En medio de la polemica generada por el caso de las conexiones de miembros de su Gabinete con diplomáticos rusos, Donald Trump le había pedido al Congreso que investigara si su predecesor, Barack Obama, había “intervenido” el teléfono de sus oficinas en Nueva York para escuchar sus conversaciones durante la campaña electoral de 2016. Fue el propio Trump quien acusó a Obama de haberlo espiado. El vocero del ex mandatario, Kevin Lewis, desmintió la imputación ese mismo día.
Consciente de que la prensa le atribuye a Trump la intención de crear una cortina de humo para desviar la atención de otros temas –como los contactos de su entorno con el embajador ruso en Washington, Sergey Kislyak, por ejemplo–, el vocero de la Casa Blanca, Sean Spicer, aseguró que la solicitud del presidente fue formulada “como parte de su investigación de la actividad rusa”. Según el cálculo del diario The Washington Post, en los primeros 45 días de su gestión, Trump ha hecho “194 alegaciones falsas o engañosas”.
Recientemente, medios estadunidenses revelaron informes secretos de inteligencia que sostienen que Rusia no estuvo detrás de este ataque cibernético, sino que el gobierno de Vladimir Putin tuvo múltiples contactos con miembros de la campaña de Trump.
La publicación de esta información secreta forzó la renuncia de un asesor de seguridad nacional del flamante gobierno republicano y ya puso en jaque a otro miembro del gabinete. Sin disimular su irritación, Trump acusó a los medios de boicotear a su gestión y hasta llegó a deslizar que la fuente de estos documentos secretos podría ser el propio Obama.
El vocero de Trump adelantó que ni el mandatario ni su gobierno “ofrecerán más declaraciones hasta que esa supervisión (del Congreso) haya sido llevada a cabo”.
Lo desmienten
“No hubo ninguna actividad de escucha telefónica contra el Presidente electo (Donald Trump) en ese momento, como candidato o en contra de su campaña (…) Puedo negarlo”
James Clapper
Ex director de Inteligencia Nacional