Los que creyeron que aquel hombre con un elegante traje a la medida, con un peinado impecable y una lectura muy bien actuada de su discurso ante el Congreso era un nuevo Donald Trump mucho más presidencial, seguro que a estas alturas ya se desilusionaron.
Hoy y como siempre, este personaje usa su cuenta de Twitter como metralleta, piensa en separar a los hijos de sus madres en la frontera con nuestro país y otra vez cierra la frontera a aquéllos a los que ve no sólo diferentes, sino inferiores.
De esa misma camada de millonarios encumbrados al poder político de Estados Unidos vemos de manera destacada a Wilbur Ross, quien está a cargo del Departamento de Comercio y, por lo tanto, de lo que habrá de suceder con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte.
Lo más reciente que supimos de este personaje fue una declaración el viernes pasado a una cadena de noticias que parecía atenuar su discurso respecto al futuro del acuerdo comercial de América del Norte.
Más que el pronóstico de Ross de esperar una recuperación del valor del peso frente al dólar ante un acuerdo conveniente para ambas partes (son tres partes, pero Canadá está en un plan de fingir demencia en estos momentos), lo que más llamó la atención fue lograr una mejora económica para su industria local a través de restringir las reglas de origen para los productos comerciables de manera libre.
Esto equivale a cerrar la puerta, pero dejar entrar a México al club, en lugar de dejarlo fuera como tantas veces nos han amenazado tanto el propio Wilbur Ross como su jefe, Donald Trump.
El viernes, las declaraciones del secretario de Comercio estadunidense ayudaron a la apreciación del peso, que junto con la especulación del mercado previa a la asignación de los primeros contratos de futuros del banco central mexicano ayudaron a presentar un peso por debajo de los 20 por dólar.
Lo cierto es que así como una golondrina no hace verano, así una declaración en una entrevista matutina no hace política comercial. Habrá que esperar a qué se refiere Ross con un acuerdo sensato para las partes.
No hay que perder de vista que una parte de las políticas del gobierno de Trump se basan no tanto en evidencias tangibles como en sus propias creencias, y contra eso hay poco que hacer.
Ahora, es probable que las palabras de Ross tengan que ver no con una repentina iluminación y una dosis de sensatez respecto al libre comercio y sus beneficios. Más bien puede responder al trabajo de cabildeo de las propias empresas estadunidenses que han tratado de hacer entender al gobierno de Donald Trump que dañar la estructura comercial con México es acercar a muchos sectores industriales a una crisis.
Hay que esperar y ver realmente qué pretende el gobierno de Donald Trump; por ahora tenemos que conformarnos con una declaración a la prensa sin más pruebas de que cumplirán con esa palabra.