A partir de contenidos cinematográficos que rescatan lo cotidiano de la vida, el libro “Historia sociocultural del cine mexicano. Aportes en el entretejido de su trama (1896-1946)” expone diversas problemáticas sociales reflejadas en la industria del séptimo arte.
La publicación editada por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), reúne ensayos de ocho investigadores bajo la coordinación de Francisco Peredo Castro y Federico Dávalos, ordenados en cinco capítulos temáticos que no siguen una lógica lineal.
Sin embargo, los capítulos mantienen la cronología que cierra un ciclo de 60 años de análisis, respecto a importantes temas como la transición del cine mudo, el melodrama ranchero y la abnegación y representación de la mujer en las películas, explicó Francisco Peredo en conferencia de prensa realizada hoy en la Filmoteca de la UNAM.
El primer gran apartado titulado “Nuevas fuentes y nuevos temas de estudio”, versa sobre las revistas mexicanas de cine y observa a las cintas como un documento histórico.
Al respecto el autor Federico Dávalos Orozco resaltó la importancia de la creación de revistas mexicanas y periódicos como testigos del cine y fuentes para la historia. Así, luego de la exploración de 200 títulos, se encontró que la primera publicación especializada fue “Fotofilm” en 1925.
El segundo capítulo trata de la transición de cine mudo y sonoro que permitió la construcción de una cinematografía nacional, inaugurada formalmente en 1932 con la cinta “Santa”, dirigida por Antonio Moreno.
Además el apartado habla de la Reforma 525, que dio la posibilidad a la industria para crecer de una forma exponencial luego de ser mesurada, comentó el especialista.
De acuerdo con Peredo, la sonorización del cine permitió la exposición de identidad a través de la música y la danza para competir con Hollywood y el cine europeo.
El tercer capítulo del texto, está dedicado al cine de los años 30, cuando preponderó el melodrama ranchero, que según escribe Alma Delia Zamorano fue el resultado de una búsqueda de temáticas y formatos que recrearon estereotipos y cobraron relevancia en la Época de Oro.
El siguiente capítulo, en el que participa la psicóloga Rocío Avendaño Sandoval, reflexiona en torno a la figura femenina en el cine, donde Peredo señaló que la significación de la mujer es vacía en una industria hecha por hombres, no hay directoras ni productoras.
“El cine recupera el ámbito social, los imaginarios sociales y las formas de representar a la mujer”, refirió.
En su oportunidad, la psicóloga Avendaño dijo que tras décadas de investigaciones sobre la conducta mexicana, la abnegación es latente, pues al aplicar pruebas semánticas las personas no distinguen la abnegación de la sumisión, el altruismo, sacrificio y la conformidad.
De tal modo, en las películas la mujer no sufría al ceder, sino era una conducta placentera derivada del afecto, que surgía de manera espontánea. Si las proyecciones se analizan en la actualidad hacen posible leer los sentimientos.
Relacionado con el descubrimiento de la célula espejo, que permite sentir a la persona de frente, “el cine es el camino perfecto para extender nuestra consciencia empática, aprender a ser humanos”, explicó.
El último capítulo “Discurso fílmico y literatura”, alberga dos textos, uno de Lucía Rivadeneyra y Virginia Careaga que muestra la relación de los años 60 como gestación de una revolución musical, de lenguaje, moda y sexualidad.
“El cine aprehende la vida” y ello despierta el interés de plumas como las de Carlos fuentes, José Revueltas, José Emilio Pacheco, Juan Rulfo, Abel Quezada, quienes incursionan como guionistas, recordó Rivadeneyra.
En el ejemplar en el que también participaron 19 becarios como parte del cuadro de investigación, cuenta con ilustraciones que evidencian discursos políticos, ideológicos, femeninos y de familia.
Así, da relevancia al contenido que interactúa con el contexto de los filmes como productos culturales , documentos históricos, criticados, analizados y explicados. “El cine es la carta de presentación de sociedades ante el mundo”, concluyó la experta.
El volumen también cuenta con la colaboración de Esperanza Vázquez y María Luisa López Vallejo.