Los precios del petróleo se ubican en su nivel más bajo en tres meses pese a los esfuerzos de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) para frenar la producción, arrastrados por los datos que indican que los perforadores americanos siguen agregando pozos.
Las reservas de crudo en Estados Unidos, el mayor consumidor de petróleo del mundo, subieron 1.5 millones de barriles a principios de marzo, un récord de 520.2 millones de barriles.
Los precios del crudo se han estado moviendo en un estrecho rango de cinco dólares en torno a 50 dólares durante los dos últimos meses, pues la confianza de los mercados se ha visto zarandeada entre las expectativas de un repunte de la producción de esquisto de Estados Unidos y las esperanzas de que las reducciones de la producción anunciada por los principales productores pueda frenar la abundancia de reservas.
El equilibrio del mercado no está en la agenda de la nueva administración de Donald Trump. Por el contrario, se propone desatar una revolución energética para transforma a esa nación en una exportación neta de energía, lo que implicaría la creación de millones de nuevos puestos de trabajo.
“América está sentado sobre un tesoro de energía sin explotar y posee más carbón, petróleo, gas natural y recursos que cualquier otra nación en la Tierra”. Para aprovechar esta riqueza, señala el documento rector de la política energética de Trump, se simplificará el proceso de permisos para todos los proyectos del sector.
Los detalles de la política de Trump no están claros, pero cifras recientes muestran un repunte en la producción de esquisto en Estados Unidos, es decir, petróleo que está contenido en depósitos de rocas, y que se obtiene mediante la fractura hidráulica, un método más costoso que la extracción tradicional.
A principios del mes pasado, Baker Hughes anunció que la producción de petróleo de los yacimientos activos de Estados Unidos aumentó en las primeras semanas del año.
Esta tendencia ha comenzado a ser motivo de preocupación entre los países miembros de la OPEP y otras economías que aceptaron sumarse al acuerdo alcanzado a finales del año pasado para reducir en 1.8 millones de barriles el bombeo diario a partir del 1 de enero y hasta junio próximo.