¿Por qué decidió Enrique Peña Nieto utilizar el “Plan B” –promover impugnaciones- en contra de la Constitución de la Ciudad de México?
Porfirio Muñoz Ledo llega a esta conclusión: “Por el terror a la alianza de la izquierda…”.
En opinión del comisionado para la reforma política, el Gobierno federal percibió que ha habido muchos acercamientos de gente del PRD hacia López Obrador (el de Miguel Barbosa es el más notorio, pero hay media docena más de senadores que están con Andrés Manuel, y están también Leticia Quezada y Pablo Gómez y muchísimos otros funcionarios en distintos cargos).
El hecho es que, a decir de Muñoz Ledo, el Presidente de la República y su equipo decidieron “castigar” a Miguel Ángel Mancera para obligarlo a asumir -y a promover- una posición férrea en el Gobierno de la Ciudad (y dentro del PRD), contra todo aquel que manifieste su simpatía por el líder de Morena.
Y es que, subraya, hay ya muchos guiños entre la izquierda, “y la alianza de la izquierda puede convertirse en inevitable”. Eso les aterra.
Pero, además, agrega Porfirio, “quieren impedir que haya un gobierno más de izquierda que use esa arma (la Constitución chilanga) desde el Gobierno de la Ciudad y haya un contagio en todo el país”.
LAS TRAMPAS QUE LES PUSIERON.- A decir de distintos actores, desde un principio, el Gobierno federal intentó que la Asamblea Constituyente fracasara.
El Plan A incluía varias “trampas”:
-Una representación que no corresponde a las fuerzas de la ciudad.
-Tiempos demasiado breves “para que nos reventara el cohete en las manos”.
-La imposición de discutir artículo por artículo.
-Establecer una mayoría de 2/3 de los presentes para tomar acuerdos (a la cual le pudieron dar la vuelta).
Todo ello pudieron sortearlo “porque no calcularon que inventarían un reglamento y estableceríamos procedimientos legislativos que impedirían el bloqueo”.
Ante esa situación, los priistas –bajo la batuta de César Camacho y en constante comunicación con el consejero jurídico de la Presidencia, Humberto Castillejos– “no se atrevieron a votar, frente a la televisión, en contra de las grandes reformas en la ciudad, como la interrupción del embarazo y los matrimonios igualitarios”.
Digamos que “simularon estar de acuerdo” desde el momento en que se puso a discusión la Carta de Derechos (aquello que Muñoz Ledo llamó “el itacate”).
“Se trata de una traición”, calificaría sin miramientos Alejandro Encinas, presidente de la Constituyente.
ESPERABAN IMPUGNACIONES.- ¿Desde entonces, pues, contemplaron en Los Pinos dejar de lado el Plan A y aguardar para echar a andar el Plan B?
Todo indica que así lo pensaron. Y que lo que terminó por apurarlos en ese camino fue el apabullante corrimiento de perredistas trasladándose a las filas de Morena, bajo las narices de Mancera.
Y se desató la cargada de impugnaciones.
¿Esperaban en el Gobierno de la ciudad algunas impugnaciones? ¡Sin duda! Particularmente del lado económico (los intereses creados) y del Poder Judicial. Pero nunca toda la andanada –promovida desde Los Pinos, según su información- que se desató.
Pero saldrán a defenderla “hasta con los dientes”.
GEMAS. Obsequio de Humberto Castillejos: “La reforma política no es cierto que haya sido un logro sólo de la ciudad, viene del Pacto por México firmado por el Presidente de la República, Enrique Peña Nieto, y los partidos mayoritarios en el Congreso”.