Para México está claro, en las condiciones actuales del mercado y de la industria hoy resulta más conveniente comprar combustibles en el exterior que refinarlos.
El que fue el segundo negocio más rentable para Pemex, después de la exploración y producción de crudo, opera desde hace tiempo a la mitad de su capacidad, pero la idea de reactivarlo mediante la construcción de nuevas plantas está descartada, según ha dicho el propio director de la empresa, José Antonio González Anaya.
La Comisión Reguladora de Energía (CRE) refuerza esa idea al señalar los inconvenientes de apostar por nuevas plantas mientras los dos principales socios comerciales de México, Estados Unidos y Canadá, tienen un excedente en la producción de gasolinas y diésel equivalente a 280 mil barriles diarios destinados a la exportación.
“Hoy en día es más eficiente importar que refinar”, afirma la Comisión, y agrega que nuevas plantas de procesamiento no garantizan menores precios en los combustibles, aunado a que la tendencia mundial apunta a la modernización de las ya existentes para incrementar su capacidad.
Sin embargo, el país tampoco ha logrado consolidar la modernización de su infraestructura. A finales de 2015 Pemex planteó el objetivo de reconfigurar sus refinerías, pero el ajuste presupuestal anunciado en marzo de 2016 a la empresa, de más de 100 mil millones de pesos, recayó principalmente en el sector de refinación.
Un año antes, en 2014, la empresa suspendió el plan de construir la Refinería Bicentenario, en Tula Hidalgo, por considerar más conveniente la modernización de las ya existentes. Por lo pronto la construcción está descartada y la pretendida reconfiguración de tres de las seis refinerías se llevará a cabo de la mano de privados.