Estados Unidos está en ese plan de llegar al seno del grupo de las 20 economías más industrializadas del planeta e imponer su voluntad de que no se apoye, como era costumbre, una declaración sobre las ventajas del libre comercio.
Era toda una tradición que en las reuniones ministeriales, preparatorias de las cumbres de los mandatarios del G20, el grupo condenara el proteccionismo y alabara las virtudes del libre comercio.

 
El gobierno de Donald Trump llegó y se impuso a sus otros 19 socios, incluidos europeos y chinos, y les redactó un comunicado donde queda implícito que Estados Unidos es el país bonachón del que todos han abusado en materia comercial.

 
Que así lo piensen Trump y su gobierno no es novedad; lo que espanta es que las 19 economías más poderosas del planeta, que acompañan a Estados Unidos en el G20, se dejen doblegar de esa manera.

 
En la Casa Blanca despacha un negociador abusivo, no un estadista. Por lo tanto, el mundo debe esperar justo lo que vimos, a un hombre de negocios hábil imponiendo su voluntad.

 
Y así lo hará en todos los campos de acción a los que tenga acceso. Por ejemplo: ahora le hace la tarea a las líneas aéreas de su país que son ineficientes y que están perdiendo terreno contra nuevos competidores, algunos de ellos de Medio Oriente, que ahora fueron castigados con argumentos antiterrorismo.

 
Viajar en American Airlines es incómodo y su personal es muy poco atento; volar en Emirates es una experiencia más agradable que mejora mientras más dinero tenga para optimizar su clase. Sólo que si se transporta en una línea aérea de los Estados Unidos, podrá llevar su laptop o su tableta a bordo; pero si lo hace en alguna de las nueve líneas aéreas de Medio Oriente castigadas por Washington, no podrá usar sus equipos.

 
Es una barrera no arancelaria que impone Estados Unidos a la competencia aérea para que un viajero prefiera el mal servicio y las escalas adicionales que un vuelo directo mejor atendido, por el simple hecho de poder prender la laptop abordo.

 
Habrá quien diga que los servicios de inteligencia han podido documentar las amenazas reales de atentados con esta clase de equipos, colados a los aviones en aeropuertos con sistemas laxos de seguridad. Pero esa vertiente de proteccionismo comercial nadie la puede negar.

 
Todos estos elementos debemos tomarlos en cuenta para cuando lleguen los días de la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Las estratagemas para obtener el mayor beneficio posible estarán presentes y hay que preverlas.

 
No hay que olvidar que vamos a la mesa de negociación con un país, que a pesar del tamaño y el poder que tiene, se siente la víctima del mundo.

 
Y esa frase de comercio justo no es otra cosa que una frase hecha de un negociador que es muy agresivo y que está acostumbrado a obtener siempre lo que quiere. Sólo que ahora no despacha en la Torre Trump, sino en el Salón Oval de la Casa Blanca.