En el homenaje a Luis Donaldo Colosio con motivo de su XXIII aniversario luctuoso, el secretario de Salud, José Narro Robles, quien dicho sea de paso figura en la lista de las casas de apuestas como posible candidato del tricolor a la Presidencia de la República en 2018, recibió el encargo de “recrear el pensamiento” del que fuera su jefe y amigo y de defender lo indefendible: al PRI y su proyecto.
Trajo a la memoria frases de Colosio que hoy se han puesto de moda: “¡México no quiere aventuras políticas!”, “¡México no quiere saltos al vacío!”, “¡México no quiere retroceder a esquemas que ya estuvieron en el poder y probaron ser ineficaces!”, “¡México quiere democracia, pero rechaza su perversión: la demagogia!”.
Después, el secretario de Salud le puso de su cosecha: “En el partido de Colosio, al igual que en el nuestro, el proyecto se fundamenta en los principios derivados de la centenaria Constitución: el progreso para todos; los derechos fundamentales a la salud, la educación, la vivienda, el trabajo o la alimentación, entre otros…”. Y recordó: “Nuestros probados enemigos siguen siendo la pobreza y la desigualdad, la ignorancia, la corrupción y la impunidad. Ésos son nuestros únicos adversarios de ayer y de hoy… que se deben arrancar con todo y su raíz”. (Lo que no han querido, no han podido o no han sabido cómo hacerles los gobiernos priistas y panistas, acota el columnista).
Los observadores políticos objetivos e imparciales preguntan: ¿Narro es el mismo que fue rector de la UNAM? ¡Pues sí! A menos que lo hayan clonado, afirman los malosos. La duda surge porque parece otro, afirman aquéllos. Antes era más combativo, tanto, que dudaban que fuera priista de hueso colorado, sobre todo cuando advertía de posibles estallidos sociales por las recurrentes crisis financieras y por el “modelito económico”. Y documentan:
En su alocución del 11 de agosto de 2009, durante una de las Audiencias Públicas a las que convocó el Senado de la República, Narro afirmó que para México uno de los riesgos de la crisis global era que derivara en una crisis social, por lo que recomendó que las medidas para superar los estragos no deben reiterar la puesta en práctica de acciones encuadradas en la lógica del modelo que nos ha conducido a la situación actual. “No se puede solventar un problema repitiendo las causas que lo originan. Las iniciativas para superar la emergencia tampoco deben trasladar los costos a los más afectados por una crisis cuyo origen no tiene que ver con ellos y sí con la codicia de unos cuantos, al igual que con la obstinación de seguir un modelo que a todas luces hoy no es el adecuado para nuestra realidad. Estoy seguro que no es por medio del incremento de los precios de servicios públicos, mediante el recorte del presupuesto a las áreas prioritarias o con la disminución de los subsidios a los pobres como se resolverán los problemas ocasionados por la pérdida de ingresos fiscales”.
Mucho más necesarios que los rescates financieros que se han registrado en México, son los rescates sociales de los sectores más desprotegidos que invariablemente se han pospuesto. Para ello nunca es tiempo ni hay recursos. Hay que definir los ejes sobre los que debe basarse un nuevo desarrollo económico, donde lo social sea la prioridad fundamental. Un nuevo modelo donde el bienestar de la población y su seguridad social sean lo más importante… recomendaba hace ocho años el entonces rector de la UNAM.
Hoy ya no habló intensamente de las fallas del modelito económico, sino de encontrar la brújula política del PRI, su partido, para llegar vivitos y coleando a 2018. Nada más y nada menos.