Las últimas derrotas del DAESH contra la Coalición Internacional perdiendo zonas estratégicas de Irak y Siria están haciendo que se movilice hacia otros puntos del islam.
Si alguien piensa que por arrebatar Mosul, la ciudad del norte de Irak, que el Estado Islámico la adquirió como la capital del Califato, van a desintegrar al DAESH, está completamente equivocado.
Y ese movimiento nómada se desplaza ahora por el Sahel, esa enorme franja que va desde Mauritania hasta Egipto, regando todo el norte de África y atravesando más de 10 países. Son en esas naciones donde el terrorismo del DAESH está plantando su semilla.
Sus relaciones con Al-Qaeda del Magreb Islámico son cada vez más cercanas. De hecho, se trata de una fusión de ambas organizaciones terroristas. La primera, Al- Qaeda del Magreb Islámico, se creó en 1997 como una escisión de la propia Al-Qaeda y de la yihad islámica.
De nuevo se trata de un terrorismo puro y duro, un terrorismo silencioso con mucho poder y una capacidad muy efectiva para sembrar el terror en Occidente.
Y este vasto mundo del Sahel mira de cerca a Europa. No hay que olvidar que las costas libias avizoran Italia o, peor, desde las metrópolis españolas de Ceuta y Melilla, enclavadas en Marruecos, casi se puede tocar la Península Ibérica. Eso es muy peligroso.
Por eso la ayuda de Marruecos en la lucha contra el terrorismo resulta fundamental. Es cierto que los servicios secretos alahuitas están siendo determinantes con España en la batalla ante el Estado Islámico, especialmente para abortar atentados en España. Porque ya ha habido intentos, pero, gracias a la colaboración y el intercambio de información entre los servicios secretos españoles y marroquíes, se han conseguido frenar atentados en España que podrían haber sido especialmente violentos.
El primero en cooperar es el Rey marroquí Mohamed VI, que tiene pavor al terrorismo islamista porque podría hacer que tambaleara su corona. Pero también cometió la imprudencia de descuidar el norte de su país. Lo descuidó porque la mayoría de la población es de origen bereber y ésta no comulga con la filosofía de la corona. El anatema fue abandonar esa zona a su suerte y crear una masa poblacional deprimida que se convirtió en el mejor caldo de cultivo para captar a civiles -especialmente jóvenes- e integrarlos en las filas del DAESH.
El problema, el gran problema es que tenemos justo debajo de nosotros, en todo el Sahel y muy en específico en las cercanías de las ciudades españolas de Ceuta y Melilla, que se encuentran en territorio marroquí, a grupos terroristas dispuestos a atentar.
Lo que pudiera parecer una anécdota se convierte en algo muy serio. Por eso a España le interesa tener un trato preferencial con Marruecos.