Hace poco se cumplieron 10 años de que iniciara en México lo que se ha llamado “guerra contra el narco”, el eje central de una estrategia que ha fracasado rotundamente en su objetivo -por lo menos anunciado- de erradicar el cultivo y trasiego de enervantes. Por el contrario, la droga se mueve, se consume y los cárteles son cada vez más poderosos y sanguinarios. Pero la eficacia de esta cruel lucha es materia de otro análisis. Lo cierto es que ha dejado decenas, tal vez cientos de miles de víctimas mortales.

 
Entre esta triste cifra, difícil de precisar, está el porcentaje que corresponde al número de bajas que las fuerzas militares han tenido cumpliendo tareas de esta naturaleza. El número de soldados y marinos que han muerto en operativos, enfrentamientos y emboscadas por cárteles criminales. De ellos poco se habla, de ellos poco nos acordamos. Pareciera que su muerte no importa porque “es su trabajo”.

 
La Defensa Nacional dio a conocer que casi 500 elementos del Ejército han fallecido combatiendo al narco, mientras que la Marina informó que ha perdido a 77 integrantes en esta tarea. Contadas familias han recibido una indemnización justa, y muchas de ellas ya no cuentan con el único sustento real.

 
Nadie busca minimizar el terrible saldo de civiles que han muerto en condiciones similares, y tampoco las circunstancias que llevan a tantos chavos a integrarse a las organizaciones criminales. Pero algo muy similar sucede con quienes se enrolan en el Ejército. Buscan un camino que les brinde una oportunidad de vida que difícilmente encontrarían en otra actividad, con la única diferencia de que ellos optaron por el camino largo, el correcto, sin esperar que su chamba sería salir a las calles a eliminar narcotraficantes. Ellos no querían ser héroes, y acabaron siendo víctimas. También lo son.

 
Reclutan federales

 
Hace algunos años era bien sabido que los cárteles de la droga hacían ofertas sumamente atractivas a militares para renunciar e integrarse a sus filas, y aprovechar así su entrenamiento y experiencia. Ahora, el narco ha puesto el ojo en jóvenes recién egresados de la academia de la Policía federal, que cuenta con altos niveles de deserción. Así, dejan que el Estado los forme y los capacite, y se convierten en elementos preparados y disciplinados. La profesionalización del crimen organizado.

 

 

El joven Moreira

 
Es un hecho que Humberto Moreira, ex gobernador que dejara a Coahuila con una deuda impagable, quien fuera detenido en España por blanqueo de capitales y que ha sido señalado varias veces por vínculos con los Zetas, será candidato a una diputación local en su estado, abanderado por el Partido Joven. Parece burla, pero no lo es. Un partido que busca proyectar una imagen de renovación y frescura incluye en sus filas a quien representa lo opuesto. Un ejemplo más de que, en nuestro país, casi cualquiera -por más larga que sea la cola que le puedan pisar- tiene la oportunidad de reconstruir su carrera política, al menos, como asesor de algún funcionario de primer nivel, y de seguir ostentando su poder y manejando recursos.

 
El “jaguar” independiente

 
El senador Armando Ríos Piter anunció que será candidato independiente a la Presidencia. Queda la duda sobre si se trata de una aspiración real o, bien, busca hacer sonar su nombre y tejer las redes necesarias para conseguir otra posición más alcanzable, como puede ser la gubernatura de Guerrero, que tanto anhela.

 
El buen Tianguis

 
Pocas veces el turismo ha sido tan importante para México. Ante la incertidumbre económica, hay que impulsar la actividad, atraer divisas y hacer que los mexicanos viajemos por el país. Por ello da gusto ver que el Tianguis Turístico, que volvió a Acapulco, recobre brillo.