La localidad de Jan Seijun, en la provincia de Idlib, fue el escenario esta madrugada de uno de los episodios más dramáticos de la guerra civil que devora desde hace seis años a Siria. Un ataque con armas químicas mató a más de 100 personas, 11 de ellas niños, y dejó más 200 heridos que presentaban síntomas de asfixia, vómitos, espasmos y algunos echaban espuma por la boca.

 

 

Horas después del supuesto ataque químico, aviones de guerra volvieron a atacar un centro médico en Jan Shijún, que quedó fuera de servicio.

 

 

 

Las reacciones tras el presunto ataque químico no se han hecho esperar y la Coalición Nacional Siria (CNFROS), principal alianza de la oposición, acusó a aviones gubernamentales de haber bombardeado Jan Shijún con proyectiles que contenían gas sarín. Sin embargo, desde Damasco, una fuente militar siria de alto rango negó en declaraciones que las fuerzas leales al presidente Bachar al Asad o las rusas estén detrás del presunto ataque químico. Desde Moscú, el Ministerio ruso de Defensa subrayó en otra nota que su aviación no ha efectuado ningún ataque en las proximidades de Jan Shijún.

 
El presidente Donald Trump condenó el “intolerable” taque químico al asegurar que el suceso “no puede ser ignorado por el mundo civilizado”.

 

 

 

En un comunicado,reiteró con las mismas palabras la reacción expresada horas antes por su vocero, Sean Spicer, e insistió en que los “actos atroces” de Al Asad “son consecuencia de la debilidad e indecisión” mostradas por el Gobierno del ex mandatario Barack Obama.