¿Fue una buena idea –de Alejandro Encinas Rodríguez- asistir al arranque de campaña de la candidata de Morena en el Estado de México, Delfina Gómez?

 

Visto desde el lado de los manceristas, de los cardenistas, de los perredistas, de los priistas, de los panistas (y hasta del grupo Pinos)…, pues no. No les hizo ni tantita gracia.

 

Cada grupo refiere distintas razones para mostrarse incómodos o molestos por la presencia del ex jefe de Gobierno del Distrito Federal en el mitin de su paisana, en el Teatro Morelos de Toluca, junto con Andrés Manuel López Obrador. Pero hay un denominador común:

 

Encinas “partidizó” su posición.

 

Y esto, cuando está en juego la defensa de la nueva Constitución de la Ciudad de México –cuya Asamblea Constituyente él presidió-, no resulta la mejor jugada. No, al menos, para quienes lo ven -¿veían?- enarbolando la lucha por la Carta Magna de los capitalinos.

 

La neutralidad, arguyen, era lo que le daba la jerarquía formal y moral.

 

En cambio ahora, apuntan, parecería que el senador independiente (renunció al PRD tras la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa) es parte de una confrontación política, en la que está de por medio la sucesión presidencial.

 

Su presencia en la campaña de Delfina –particularmente por lo que significa la presencia del tabasqueño- lo mete de lleno en la controversia entre López Obrador y Enrique Peña Nieto.

 

Y sí, alineado ya con el líder de Morena.

 

Lo cual hace ver a Encinas, además, como alguien que ha dado la espalda al jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, quien fue el que lo integró a su equipo de constituyentes.

 

NO DAN UNA LOS PERREDISTAS.- Hace agua la estrategia de los perredistas para aminorar el daño de la renuncia del senador Miguel Barbosa y compañeros de bancada.

 

Con la renuncia de nueve de sus senadores, y su integración al grupo parlamentario del Partido del Trabajo, el PT se convirtió en la tercera fuerza política en el Senado, hundiendo al PRD a un lejano cuarto lugar.

 

Por más que Dolores Padierna rebusque para mantener a los del Sol Azteca al frente de comisiones y cargos como si fuera la tercera fuerza, las leyes y el propio reglamento del Senado dan la razón a Manuel Bartlett y a los barbosistas:
-A ellos les corresponde ahora los espacios de la tercera fuerza. Es decir, los que tenía el PRD hasta antes del conflicto.

 

El propio Emilio Gamboa, líder de los priistas, reconoció ayer que el PT era ya la tercera fuerza política del Senado.
Cierto que pidió que ojalá y entre el PT y el PRD llegaran a un acuerdo para no complicar la vida interna de la Cámara alta.

 

Pero lo cierto es que, por tratar de ayudar a los perredistas –quitándole a la hoy senadora petista Luz María Beristain el Comité de Administración y dárselo en su lugar a la perredista Alejandra Barrales-, se desataron los demonios y Bartlett reclamó ése y un titipuchal de espacios que ahora, por número, le corresponden al PT.

 

¿Cuáles? Comisiones, secretarías, presupuestos, espacios de trabajo y de reuniones, recursos de apoyo parlamentario y administrativo… Nomás.

 

Así que no les extrañe la expresión que trae Barrales en el rostro. ¡No se la acaba!

 

GEMAS. Tras banderas en la Cámara de Diputados: chicanada para eliminar del dictamen del Derecho de las Audiencias, la obligación de los concesionarios a diferenciar claramente la información noticiosa de la opinión personal de los presentadores o conductores en los programas de radio o televisión.