El secretario de Relaciones Exteriores negó tres veces -como Pedro a Jesús cuando los integrantes del Sanedrín le preguntaron si lo conocía- que quiera contender en las elecciones presidenciales de 2018. “Ni me gustaría, ni quiero”, agregó.
¿Tú le crees a Luis? Nosotros tampoco, responden los integrantes de la clase política nacional, sus compañeros del gabinete, los miembros de todos los partidos políticos, incluyendo el suyo y, por supuesto, los aspirantes y suspirantes a la Presidencia de la República de Morena, el PAN y el PRI.
¿Y por qué no creerle?, preguntan los analistas políticos bisoños. Pues porque en su mentecita cochambrosa le sigue revoloteando el pensamiento, la idea, la ilusión de que, si logra una buena renegociación del Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos, puede ser el elegido del PRI para “la madre de todas las elecciones” en México. ¿A pesar de su estrepitoso fracaso como secretario de Hacienda en los cuatro primeros años de esta administración, en los que engañó a la sociedad con el cuento del crecimiento económico nunca visto, la prosperidad para todos y otras cosas bellas que no cumplió?
Así como Videgaray se dedicó durante más de cuatro años a construir su candidatura presidencial, a acomodar sus “fichas políticas en el gabinete” -entre ellas José Antonio Meade, Aurelio Nuño, Enrique de la Madrid y Rosario Robles- que perdió cuando renunció a la Secretaría de Hacienda, ahora como canciller se levanta todos los días con la intención de “reposicionarse políticamente”, sin importar a quién arrolla en el camino. Y aunque sabe que “está en chino”, su objetivo principal para seguir soñando con la candidatura es que el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio, a quien las casas de apuestas ubican como el mejor posicionado del PRI para 2018, no sea el elegido.
¿Pues no que ya le había bajado algunas rayitas a su prepotencia y soberbia?, preguntan los perplejos, quienes ingenuamente creyeron que cambiaría cuando “se cayó del caballo”, antes de salir del arrancadero por la Presidencia. ¡Pues genio y figura, hasta la sepultura!
A juicio de los observadores políticos, si bien es cierto que Videgaray perdió sus “fichas políticas” en México, consiguió reponerlas en Estados Unidos. Hay quienes sospechan, nada más sospechan, que cada vez que puede le habla al oído al secretario de Comercio norteamericano, Wilbur Ross, para incitarlo a que declare que el Tratado de Libre Comercio es una prioridad, y que conforme se acerque la elección presidencial en México, más difícil será renegociarlo. Y como el burro que toca la flauta, Mr. Wilbur obedece. En una entrevista con Bloomberg declaró: “Estoy ansioso de comenzar la renegociación”. ¡Y por qué la prisa, apá!, exclaman hasta en los Estados Unidos. ¿Acaso quieres ponerle nuevamente la mesa al señor Videgaray?, preguntan.
En el bajo mundo de la política mexicana se comenta: si Luis Videgaray le gana la guerra comercial a los Estados Unidos, nadie dude que regresará a luchar por la candidatura de su partido. Pero quienes saben de política insisten que “está bien muerto”, políticamente hablando.
AGENDA PREVIA
Después del informe del Senado de la República, donde confirma la red de corrupción de algunas empresas contratistas de Pemex dedicadas a la ordeña de ductos, entre ellas Construcciones Industriales Tapia, en el estado de Hidalgo, urge que la PGR, de Raúl Cervantes, y la Función Pública, de Arely Gómez, vayan al fondo del asunto para investigarlo y sancionarlo de manera ejemplar. ¿Cuántos empresarios sin escrúpulos, como los de la susodicha compañía, habrá en otros estados del país?