Cuando llegué al vestidor de los Patriotas de Nueva Inglaterra, una vez terminado el Super Bowl LI, de inmediato me dirigí al casillero de Tom Brady a esperar que llegara el quarterback para obtener sus primeras declaraciones. En el lugar estábamos varios representantes de otros medios de comunicación, pues los acreditados por la NFL tenemos el privilegio de poder conseguir entrevistas de primera mano.
Cabe señalar que no éramos muchos medios mexicanos, pues conseguir una acreditación para el Super Bowl no es un tema menor, ya que para llegar al partido hay que pasar por un proceso de certificación como periodista, y el medio que uno representa es minuciosamente examinado por la oficina de la NFL para obtener el acceso.
Con la acreditación para el evento, uno como periodista tiene acceso al encuentro en un palco designado para la prensa, y al término del partido se puede acceder a una zona de entrevistas de jugadores de ambos equipos, así como a una sala de conferencia del MVP y del coach ganador.
De igual manera, se puede pasar a los vestidores de ambos conjuntos. Una vez en el locker room de los Pats, pude observar un baúl con los jerseys de todos los jugadores, que conforme iban entrando al sitio –eufóricos tras haber conseguido el título- lo depositaban en ese lugar designado para sus prendas. Me llamó la atención que un lugar con artículos de gran valor no estuviera fuertemente custodiado, pero lo comprendí porque, a final de cuentas, los jugadores estaban en su vestidor.
Cuando Brady llegó al mismo, ya no traía su jersey puesto. Venía con la playera conmemorativa de campeón y hubo un momento en el que el jugador preguntó por su prenda. Incluso platicó con un elemento de seguridad y se le notaba un rostro de preocupación, pero no le dieron respuesta y acabó de quitarse sus tachones y se dirigió a las regaderas con su traje en la mano.
Después de haber sido de los primeros en obtener declaraciones de Brady, tomé algunas fotografías de momentos valiosos de otros protagonistas del partido con el trofeo Vince Lombardi, y posteriormente me salí para buscar más información en los alrededores del NRG Stadium.
Como anécdota, conocí al señor Mauricio Ortega durante la semana previa al juego, y me contó que tenía mucha memorabilia de la NFL. Entre esos objetos estaba un casco blanco con las firmas de casi todos los MVP de Super Bowls. También me confesó que no tenía mucho que dejarle a sus hijos, pero que con todo lo que tiene de jugadores de la NFL ellos podrían venderlo y obtener una suma considerable.
Otro hecho que me relató fue que un día Kurt Warner le firmó su jersey y el mismo jugador se sorprendió y le preguntó que como tenía eso en su poder, a lo que el mismo Ortega me contó que ya tenía planeado un precio para ofrecérselo al ex quarterback, el cual era de ocho mil dólares.
Ese día que lo conocí, que fue un jueves, me aseguró que no iba a trabajar, que iba de fan pero con su acreditación y que en la redacción de La Prensa había gente haciendo la cobertura.
Después de este encuentro, no volví a ver mucho más tiempo a Ortega, pues el trabajo de un periodista que cubre un evento de esta magnitud se desarrolla en muchos sitios y yo me movía en un terreno muy grande, razón por lo que ya no conviví más con él sino hasta el día del partido.
Cuando terminé mi labor como periodista acreditado después del encuentro, me dirigí al camión de prensa que nos llevaría a nuestro hotel sede, y ahí fue donde volví a ver a Ortega, quien me comentó que también estuvo en el vestidor de los campeones y me mostró algunas fotos que tomó al interior del mismo. Al llegar a nuestro destino me despedí de él, pues estaba hospedado en un hotel frente al mío. Lo que jamás me imaginé, y a raíz de la información que se dio a conocer ayer respecto al jersey desaparecido de Tom Brady y al presunto responsable de haberlo sustraído, fue que estuve a centímetros del mismo, sin saberlo.