Donald Trump lo hizo de nuevo. Otra vez despotricó en contra del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y amenazó con que si no logra los cambios que él quiere, entonces saca a su país del acuerdo trilateral.

 
Evidentemente que el peso se dio por enterado de este nuevo lance del Presidente de Estados Unidos con una ligera depreciación frente al dólar. Sin embargo, nada que pudiera revertir el buen momento que vive la moneda mexicana desde febrero pasado.

 
Ya lo platicábamos aquí, con el tipo de cambio no hay certezas porque se puede mover con tan sólo un poco de las mismas palabras de siempre de Trump.

 
Lo cierto es que la fuerza del discurso antilibre comercio que lanzó el Presidente estadounidense desde Wisconsin tiene cada vez menos fuerza y credibilidad ante los fracasos que en estos menos de cien días en el poder ha acumulado.

 
El Congreso de su país ha podido realmente contener muchas de las ideas de Trump, incluso con la oposición de muchos legisladores republicanos. Por ejemplo, en su idea de repeler y reemplazar el Obamacare.

 
Pero en materia comercial también ha encontrado diques legislativos. Entre la falta de ratificación de todo el equipo dedicado a estos temas y el concurso de este poder en la renegociación del TLCAN, no se ve cuándo realmente puedan iniciar las mesas de renegociación con México y Canadá.

 
Y este sí es un tema en México. Si Donald Trump amenaza que se quiere salir del acuerdo comercial, pues que lo haga. Es verdad que la pérdida sería importante, pero sería para todos. Incluso más para los propios Estados Unidos.

 
El final del acuerdo trilateral tampoco es el acabose de México. Las reglas comerciales globales de la Organización Mundial de Comercio alcanzarían para evitar un derrumbe de las exportaciones mexicanas.

 
Así que si Trump quiere irse del acuerdo, ¡que se vaya ya! O, bien, que permita a sus expertos tomar el control de las negociaciones sin tanta alharaca.

 
Pero ya le decía, el riesgo que ve el gobierno mexicano es que se puedan extender los tiempos para sentarse con estadounidenses y canadienses a renegociar. Si se llegan a juntar los tiempos electorales con esta renegociación, seguro que el tema será utilizado para azuzar a los potenciales votantes para oponerse al acuerdo.

 
Hoy existe un consenso en México respecto a los beneficios del libre comercio para la economía mexicana, pero sabemos perfectamente bien que el populismo que se plantea como alternativa electoral es capaz de descomponer las percepciones con mentiras repetidas hasta el cansancio.

 
Entonces, es el tiempo que tarde Estados Unidos en sentarse a la mesa de la renegociación el principal enemigo del TLCAN. Si los rupturistas mexicanos toman el tema, lo van a despedazar de la mano de Donald Trump, porque ya se sabe que sean de derecha o de izquierda, al final los populistas se parecen todos.