Escenario de sucesos que definieron la historia nacional, desde la época prehispánica hasta la actualidad, orgulloso patrimonio del mundo, el Zócalo de la Ciudad de México será renovado en las siguientes semanas para mejorar su aspecto y movilidad.
La plaza cívica más importante del país, segunda en extensión en el mundo, con casi 47 mil metros cuadrados, majestuosa por contar con un marco conformado por Palacio Nacional, Catedral Metropolitana, el Antiguo Palacio del Ayuntamiento y el Portal de Mercaderes, remonta su historia a la era prehispánica.
Entonces era un espacio ceremonial ubicado frente al palacio del Gran Tlatoani Moctezuma, que fue derruido para construir ahí mismo el Palacio del Virrey, alrededor del cual se levantarían posteriormente la Iglesia Mayor y el Mercado del Parían, es decir los tres poderes: Político, Religioso y Comercial.
Tras liberarse México de España, el presidente Antonio López de Santa Anna emitió en 1843 un bando para demoler el Mercado del Parián con la intención de ampliar la plaza y levantar ahí un monumento a la independencia. La primera parte de la obra fue la colocación del zócalo sobre el cual descansaría la magna obra.
Sin embargo, debido a la situación política del país este trabajo nunca se llevó a cabo, quedando como único vestigio la plancha, la cual ya había sido y lo es hasta la actualidad, testigo de acontecimientos decisivos en el devenir de la patria, así como sitio de reunión de actividades cívicas, políticas y hasta deportivas y de espectáculos.
Autodefinido como “centrícola”, como lo hiciera José Joaquín Blanco, el ensayista, escritor y poeta mexicano Vicente Quirarte no dudo en definir al Zócalo como el “corazón de México”, donde han pasado sucesos como el motín de 1692, la concentración de personas durante los terremotos de 1985 y la celebración el 16 de septiembre de cada año de la Independencia.
En entrevista con Notimex, el también académico de la Lengua puntualizó que la importancia de esta plaza cívica quedó claramente definida durante los terremotos de 1985, cuando parte de la población capitalina se dirigió a la plaza buscando la atención del Gran Tlatoani, del gobernante.
Y es que en el Zócalo, como se le conoce con cariño porque fue ahí donde se levantó una plancha base para construir encima el mencionado monumento a la Independencia, que nunca se hizo, se ha desarrollado gran parte de la historia del país.
Recordó que en esa plaza se inauguró en diciembre de 1803, todavía durante el Virreinato, la escultura conocida como “El caballito”, figura ecuestre del rey Carlos IV de España, o se registró el motín del 8 de junio de 1692, cuando debido a la escasez de alimentos y por hambre la población se rebeló e incendió buena parte del Palacio del Virrey.
Otro hecho significativo en la historia nacional que pasa por el zócalo de la capital del país es el pronunciamiento del 15 de julio de 1840 a favor del federalismo y en contra del centralismo del presidente Anastasio Bustamante, a quien los militares sublevados tomaron prisionero, abundó.
Dicho acontecimiento histórico conllevó, por ejemplo, un cañoneo tan intenso que casi acaba con la torre poniente del Palacio Nacional, relató el además miembro de El Colegio Nacional, quien recordó que posteriormente, en el otro lado, el oriente, ocurrió el inicio de la llamada Decena Trágica.
En fin, subrayó el estudioso de la historia mexicana, “todo ha pasado en esta plaza, es la plaza en la que los jóvenes de 1968 echaron al vuelo las campanas al llegar al corazón del país” durante el movimiento estudiantil de todos conocido.
Resumió: es, pues, el sitio donde las manifestaciones populares desembocan y un sitio sagrado en muchos sentidos, porque “no solamente es el corazón emotivo de México, mítico, sino también el espacio central donde todo ocurre”.
El Zócalo siempre ha formado parte del corazón del mexicano desde el instante en que a su alrededor se encuentra la Catedral Metropolitana, es decir la institución religiosa, del espíritu; el Palacio Nacional, la de gobierno, y El Parián, que estuvo mucho tiempo ahí como centro comercial de los mexicanos.
Además, ejemplificó, el 15 y 16 de septiembre, la plaza se llena de gente que celebra la independencia del país, de una gran energía de todos los ciudadanos, con lo que “vuelve a ser de todos en ese momento”.
Recomendó que todo mexicano, y sobre todo los capitalinos, deben alguna vez de pisar su planta sobre este espacio lleno de historia, y explicó que su confesión de “centrícola” se debe a que nació y vivió hasta la adolescencia en el primer cuadro de la Ciudad de México, por lo que recorrió todos sus rincones, lo que le produce aún “una emoción inédita”.
Al respecto, Quirarte calificó de muy bueno que se renueve la plancha del Zócalo, como lo tiene programado el gobierno de la Ciudad de México, con la aprobación del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), y cuyas obras ya iniciaron con la idea de finalizar antes del 16 de septiembre.
En 23 de marzo pasado, y en respuesta a una pregunta de Notimex, el director General del INAH, Diego Prieto, declaró que esta institución había dado “luz verde” al proyecto de renovación presentado por el Gobierno de la Ciudad de México.
Dijo que no se harán cambios mayores y que una de las observaciones del instituto fue para “resolver los temas de anclajes para la colocación de estructuras temporales”, y destacó que en este proyecto ha habido una retroalimentación entre ambas partes.
De acuerdo con la Secretaría de Obras y Servicios del Gobierno de la Ciudad de México, el proyecto consiste en “renovar la totalidad de la superficie de la plaza pública más importante del País, ampliar 10 por ciento su zona peatonal, implementar cruceros seguros y elementos de accesibilidad que garanticen el tránsito libre de todos los visitantes”.
Lo anterior, debido a que del total de su superficie, 20 mil 700 metros cuadrados se encuentran con “baches, agrietamientos, decoloración de la superficie y material desgastado”, lo que significa que carezca como está “de una imagen digna y a la altura de su relevancia”.
Derivado de la propuesta, el Zócalo incrementará su superficie en dos mil metros cuadrados, “con el objetivo de cumplir con el nuevo modelo de movilidad en donde el peatón esté en la cúspide de la pirámide”, además que se habilitarán ocho cruceros seguros.
Para evitar los problemas que actualmente tiene, de acuerdo con un documento de la dependencia capitalina, se colocará concreto hidráulico arquitectónico, “mismo que se eligió por su resistencia, durabilidad y bajo mantenimiento. El acabado arquitectónico permitirá otorgarle una vista moderna y digna a la Plaza de la Constitución”.
aarl