Que Estados Unidos sigue siendo una superpotencia militar, nadie lo pone en duda. Su poder naval es abrumador.
Cuando recientemente conocimos la información de que la superflota, encabezada por el portaaviones Carl Vinson, se había desviado hacia Australia y ya no se dirigía a Corea del Norte, no era exactamente así. El Carl Vinson se encontraba realizando unas maniobras por el Pacífico, cerca de las aguas australianas. No fue tanto lo que se dijo de que dio la vuelta ni de que se había equivocado. Los mandos militares estadounidenses funcionan como relojes suizos y no caerían en un error tan pueril.

 

 
Terminan con sus maniobras y se dirigen hacia las aguas del mar de China Oriental, un mar con China, Japón, Corea del Sur y Corea del Norte como protagonistas; un mar fundamental para el comercio y su expansión. Ése es uno de sus motivos por el que se dirige el portaaviones hacia esa zona del mundo, pero no el único.

 

 
Donaldo Trump no es impasible hacia el régimen norcoreano. Los misiles amenazadores que lanzan desde Corea del Norte se los va guardando el Pentágono, pensando que se los va a cobrar, uno tras de otro, al régimen de Pyongyang.

 

 
Sabe la inteligencia estadounidense que Corea del Norte tiene muchos misiles y sabe que esos misiles pueden ser de medio o, tal vez, de largo alcance. El radio de acción no sería tan potente como para llegar a ciudades como Los Ángeles o San Francisco. Sin embargo, países aliados como Japón ven una amenaza a tener en cuenta. Es más. La duda que alberga la administración de Donaldo Trump es si Pyongyang puede tener misiles que impacten en Alaska, teniendo en cuenta que hay algo más de cinco mil kilómetros de distancia entre ambos puntos.

 

 
Ante la duda, planea la posibilidad de un ataque. Claro, que si eso llegare a pasar, no hablaríamos de un ataque convencional ni de una respuesta ortodoxa. Son palabras muy mayores que queremos olvidar, como lo ocurrido en Hiroshima y Nagasaki.

 

 
Estados Unidos dispone de 10 portaaviones. Cinco de ellos se encuentran amarrados en diferentes costas estratégicas. Por ejemplo, aquí en España, hay una flota estadounidense en la ciudad de Rota al lado del famoso Estrecho de Gibraltar, que divide el mar Mediterráneo del océano Atlántico. Esa flota se encarga de ser un escudo antimisiles que Estados Unidos tiene en diversas partes del orbe por si sus bases fueran atacadas.

 

 
Sin embargo, dispone de cinco portaciones más que se encuentran realizando maniobras. Cada una de esas flotas es tan sumamente poderosa, que sólo una de ellas es más potente que toda la Armada española.

 

 
El Carl Vinson dispone de más de 80 cazas y cinco mil hombres. Lleva también dos destructores, un crucero, fragatas, corbetas, buques hospital, de logística, de aprovisionamiento y un largo etcétera que concluye con submarinos prácticamente indetectables que son los que cargan el armamento nuclear. Eso, sin contar los muchos miles de marines preparados para la acción.

 

 
Intentar luchar contra todo eso resulta prácticamente imposible. El régimen de Corea del Norte lo sabe, como también sabe que Estados Unidos cuenta con aliados incondicionales como Japón o Corea del Sur. Por eso, China intenta mediar con Corea del Norte para explicarle que se está moviendo en arenas movedizas.

 

 
Hay que pensar muchas veces antes de tomar decisiones que pueden ser indeseables para todos.
Olvidémonos de la importancia comercial que tiene el mar de China y que, por otra parte, es real. Es mucho más arriesgado una escalada entre dos países que enseñan los dientes en forma de ojivas nucleares.