La recién expropiada vivienda de Javier Duarte de Ochoa en Tlacotalpan, Veracruz, albergaba fiestas, caprichos gastronómicos, así lo confirmaron tres personas que aún trabajan allí.

 

Por otra parte, los vecinos de la vivienda ubicada en la avenida Miguel Z. Cházarom, aseguraron que cuando el ex gobernador llegaba a su casa, solía desplegarse en las calles un operativo de seguridad de hasta 30 elementos.

 

El alcalde panista de Tlacotalpan Homero Gamboa narra las fiestas que se hicieron en esa casa que colinda con el río y a donde el ahora detenido podía llegar con su yate de millones de pesos, al igual que observaron a una camioneta llevarse casi todo lo que había en la vivienda una madrugada cuando el ex mandatario ya estaba prófugo.

 

Lo único que se salvó de ser subido a esa camioneta fue una gran mesa de mármol que permanece en el patio trasero, justo junto a la alberca con vista al río, pues según cuenta una vecina, era imposible cargarla.

 

“La Policía cuando me avisó del hecho pues ya se había retirado la mudanza, fue a principios de enero o febrero, cuando ya estaba prófugo”, señaló el alcalde Homero Gamboa,  quien dijo que la mudanza iba hacia Coatzacoalcos.

 

Gamboa dijo que las investigaciones comenzaron por rumores, hasta que supieron que la vivienda fue adquirida con dinero del extinto Ingenio San Francisco por su entonces gerente -quien lo llevó a la quiebra.

 

Francisco García González, el ex gerente del ingenio, cambió el nombre del propietario a su esposa pero cuando comenzaron las investigaciones y se les citó para corroborar que se trataba de prestanombres, ninguno apareció, señaló el alcalde.

 

Él también supo la forma en que Duarte de Ochoa llegaba a ese sitio frecuentemente, pues se enteraba cuando había quejas de los vecinos porque las calles eran cerradas por el equipo de seguridad del ex gobernador.

 

Allí, dice, llegó varias veces sin ser citado para comentarle los problemas del municipio pero solo alcanzó a conocer de la vivienda que cuenta con tres cuartos adicional al área de servicio, cocina, sala y una cochera que puede ser usada como bodega y en las cuales había muebles rústicos.

 

Ahora la casa permanece cerrada. Nada queda de los imponentes operativos de seguridad a su alrededor. Al interior permanecen tres confundidos trabajadores a quienes nadie les ha dicho qué sucederá con ellos mientras sus pagos siguen llegando.

 

aarl