Una nueva y actualizada edición de “El diablo de la botella”, libro clásico de Robert Louis Stevenson (1850-1894), ya se encuentra en las mesas de novedades de las librerías del país, con traducción de José Abad y magistrales ilustraciones de Pablo Ruiz.
Como preámbulo a sus 288 páginas, “El diablo de la botella” pregunta al lector curioso, indiscreto o incauto, lo mismo que al imprudente, entremetido o fisgón: “¿Qué precio está dispuesto a pagar por satisfacer sus deseos? Realmente, pregunta universal y eterna, por lo que para mucha gente, “El diablo de la botella” es una novela de culto indiscutible.
Es, al mismo tiempo, un relato sobre la fuerza del amor, pero quizá sea más atinado ver en él un sutil análisis de la lógica del deseo. De cómo, una vez satisfecho, el deseo sólo puede persistir si encuentra un nuevo objeto que anhelar. Así, “El diablo de la botella” es también es un relato financiero que anticipa la omnipresencia del dinero en el mundo.
En el mundo actual, real, con su capacidad de circular ininterrumpidamente traspasando fronteras geográficas y morales, y es, también, una fábula crediticia cuyo asunto es una hipoteca con garantía que estriba nada menos que en el alma del protagonista. Stevenson sentía especial predilección por este relato; los lectores, lo consideran imprescindible.
Un libro ideal para regalar a niños de todas las edades, con un formato mayor donde las ilustraciones cobran mayor protagonismo, esta nueva edición es una de las obras maestras de la literatura escrita por Robert Louis Stevenson, a quien la crítica anglosajona excluyó, durante un siglo, del canon literario al que pocos pertenecen.
Lo relegaron a las estanterías de la literatura infantil, destierro que con toda certeza el propio Stevenson jamás habría juzgado oprobioso. Sin embargo, el autor de “La isla del tesoro” y de “El extraño caso del doctor Jeckyll y Mr. Hyde” ha ejercido un influjo sobre los escritores, como Joseph Conrad, Marcel Schwob, Gilbert Keith Chesterton, Jorge Luis Borges, Vladimir Nabokov, Italo Calvino y Javier Marías.
Posiblemente, el misterio de la eterna juventud de Robert Louis Stevenson, un escritor que ahora gozas de reconocimiento mundial, radique en su absoluta falta de pedantería y cinismo, en la tersura de su prosa siempre atenta a encontrar la palabra justa, y en su irrenunciable búsqueda de la felicidad, la propia, la de sus personajes y la de sus lectores.
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