Mis queridos lectores, los saludo con gusto. Acabamos de cumplir ocho años del reto que nos impuso la pandemia de la influenza AH1N1. Como se recordará, México fue el primer país en reportar casos comprobados de esta enfermedad en el continente americano y en el mundo.

 

¿Recuerdan aquellos meses de abril y mayo de 2009? Todo fue en un abrir y cerrar de ojos. Pasamos de la alerta, cuando el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER) y los Servicios de Salud Pública de la Ciudad de México reportaron un brote de cuadros de neumonía atípica, a la confirmación de que se trataba de un nuevo virus de influenza, y luego la suspensión de clases y actividades comerciales en la zona centro del país.

 

Museos, bibliotecas y establecimientos públicos de la capital y el Estado de México también cerraron sus puertas por disposición oficial. El 1 de mayo, incluso, las calles y avenidas amanecieron prácticamente desiertas con la suspensión generalizada de actividades, en un intento por frenar el contagio del virus de influenza AH1N1.

 

Más allá del recuento de lo que sucedió en aquella época, vale la pena recordar y tener presentes las lecciones aprendidas. La más importante: que el 1 de julio, durante la Cumbre Internacional sobre la Influenza, realizada en Cancún, Quintana Roo, representantes de las Naciones Unidas reconocieron a México por actuar con responsabilidad y eficacia en la lucha contra la pandemia.

 

La población en su conjunto ahora cuenta con elementos básicos para prevenir cualquier contagio. La influenza AH1N1 fue un acontecimiento histórico que dejó en los capitalinos cambios culturales y nuevos hábitos, como el uso de gel antibacterial o la costumbre de taparse la boca con el ángulo interno del codo al estornudar. Dos hábitos a los que ahora estamos tan acostumbrados que algunos incluso olvidamos de dónde salieron.

 

En conjunto con las medidas preventivas y las campañas de vacunación, estos hábitos han contribuido a disminuir drásticamente el contagio. En 2009 se llegaron a contabilizar aproximadamente dos mil 200 enfermos, mil 300 de los cuales requirieron hospitalización y 282 personas fallecieron. En la temporada invernal del año pasado, en cambio, la mayoría de las personas que enfermaron se atendieron de forma ambulatoria y sólo 12 individuos perdieron la vida.

 

Otra de las experiencias que derivaron de esa alerta de salud es que ahora se cuenta con campañas de vacunación; la más reciente concluyó el 20 de marzo pasado tras la aplicación, a lo largo de cinco meses, de casi dos millones 500 mil dosis contra la influenza.

 

No obstante, es importante no bajar la guardia, aplicarse la vacuna a partir de septiembre, no automedicarse y aprenderse de memoria este número: 5132 09 09, que corresponde al programa Médico a Distancia, y a través del cual encontrarán las respuestas a sus dudas.

 

Como es habitual, los invito además a ponerse en contacto conmigo directamente en mis redes sociales; en Facebook me encuentran como Dr. Armando Ahued Ortega y en Twitter, como @A_Ahued.

 

Los convoco a seguir discutiendo sobre el cuidado de la salud. Hasta la próxima semana.

 

aarl