Bon Appétit es el título del nuevo sencillo que hoy lanza la cantante estadounidense Katheryn Elizabeth Hudson, mundialmente conocida como Katy Perry, del que será su esperado quinto disco de estudio, después del éxito que tuvo con Prism, lanzado en 2013. El primero, Chained to the rhythm -en el que por primera vez en su carrera se pone política y analítica haciendo referencia al mundo actual-, si bien no obtuvo el éxito en listas que sus anteriores trabajos, es una sólida pieza de pop… o de lo que ella misma ha dado en llamar “pop con propósito”.
Como todo artista que se precie de serlo, Perry tiene que evolucionar musicalmente y hablar de temáticas más apropiadas para una mujer de 32 años. Seguramente su nuevo disco, a salir en algún momento de este año, sorprenderá en ese sentido. Pero, ¿qué hay de la imagen pública de Perry o de lo que está pasando po su cabeza en estos momentos?
No es novedad que la palabra controversia y Katy Perry sean prácticamente sinónimos. Desde el inicio de su carrera como cantante secular de pop (hay que recordar que antes era cantante cristiana), Perry ha estado rodeada de polémica, ya sea por las letras de varias de sus canciones, como I kissed a girl o Ur so gay, por manejar una imagen que mezclaba la inocencia de una niña bien con la de una chica descarriada, por sus shows, su vestuario, sus parejas o prácticamente por lo que sea. Es el precio que tiene que pagar una estrella de ese nivel.
Pero pareciera que Perry está entrando en una etapa en la que sus cambios de mentalidad, miedos o inseguridades están saliendo a flote y comienza a dejar de ser la Katy Perry de los vestidos coloridos, las pelucas multicolores, la de temas como Firework, Roar o Rise, que han servido de himnos a millones de jóvenes, o la que miles, quizá millones también, de niñas han tomado como ejemplo a seguir.
¿Por qué menciono lo anterior? Porque en los últimos meses ha cambiado su actitud y ha generado polémica casi por todos lados, y no por la parte musical, sino por la personal o, al menos, por la imagen que está dejando ver en redes sociales. Pareciera que después de la depresión que le causó la derrota electoral de Hillary Clinton en las elecciones de noviembre pasado (y de la cual fue una de las más aguerridas promotoras y defensoras), así como su rompimiento de poco más de un año de relación con el actor Orlando Bloom, han tenido un efecto negativo en su proceder.
Primero, en febrero fue blanco de críticas por haberse burlado del episodio de 2007 en el que Britney Spears, en un estado mental enfermo, se rapó la cabeza y andaba sin rumbo. De inmediato se le reprochó que tomara como burla un asunto de salud mental. Después de eso han seguido varias actitudes que tampoco la ayudan: publicar una foto de la diosa hindú Kali, que le ganó miles de protestas por convertirla en meme; postear una imagen de ella de hace unos años, que le apareció cuando buscó la frase “hot Katy Perry”, expresando que se sentía deprimida y con eso se levantaba el ánimo; u otra imagen de en el suelo, en posición fetal, con la frase “así me siento actualmente”. Ambas han sido señaladas como una señal de que atraviesa por una crisis emocional.
Si a lo anterior le agregamos que se deshizo de su característica cabellera negra (en realidad es rubia, pero se hizo famosa con el cabello oscuro) para, primero, teñírsela casi en color platino, luego cortársela casi a rape, al estilo de Miley Cyrus (una artista que es más conocida recientemente por su inestabilidad emocional y sus locuras en escena), o la foto en que Perry se pone una peluca rubia trenzada, diciendo que es Katy Kardashian, en alusión directa a ese insulto a las neuronas que es la familia de Kim Kardashian, es posible ver que la cantante de Teenage dream tiene un problema de identidad.
Claro, cabe la posibilidad de que todo eso sea simple publicidad rumbo al lanzamiento de su nuevo disco, pero entonces surgen varias preguntas: ¿Qué necesidad tiene de hacer eso? ¿Por qué si Perry ha sido un ícono del movimiento femenino y de la emancipación de la mujer escoge parecerse a una mujer que representa exactamente lo contrario, como Kardashian, cuya fama se ha forjado por explotar su cuerpo y aparecer desnuda de tiro por viaje en publicaciones, fotos o videos porno? ¿Por qué cortarse el cabello y parecerse a Cyrus, que al igual que Kardashian ha conseguido fama no por su talento, sino por sus excesos y actitudes sexuales en redes y en el escenario (fue la responsable de que el mentado twerking se pusiera de moda tras una presentación al lado de Robin Thicke)?
Katy Perry era la que dictaba la moda, el estilo, la tendencia, no a la inversa. Todas las chicas querían parecerse a ella, entonces… ¿por qué ahora Perry parece no encontrar su personalidad? Quizá para una mujer de 32 años ya no le quede tanto esa imagen de niña con vestidos multicolores, paletas, corazones, dulces y demás, aunque eso fue lo que la hizo famosa (entre otras cosas). Pero de ahí a dar la impresión de que tiene que recurrir a imitar (Kardashian, Cyrus) o agredir (Spears) a otras personas para ganar unos likes en redes sociales, hay mucha diferencia.
Incluso -y volviendo al tema que dio pie a esta columna-, cuando se anunció que en el sencillo que estrena hoy, Bon Appétit, incluye la colaboración del grupo de hip hop Migos, nuevamente le volvieron a llover críticas. ¿La razón? Uno de los integrantes del trío, de nombre Quavo, realizó comentarios homofóbicos y misóginos cuando un colega rapero hizo pública su homosexualidad. Para una artista que apenas hace unas semanas aceptó el premio National Equality durante una gala de Derechos Humanos, y que tiene a un muy alto porcentaje de sus seguidores dentro de la comunidad LGBT, suena a incoherencia.
Habrá que ver si todo esto no es más que una simple campaña de publicidad para hacer ruido y estar presente, aunque sea a la mala, en las redes sociales (aunque la Perry de antaño se cuidaba mucho más por ser políticamente correcta), o son las señales de que la artista está atravesando por una crisis emocional que, si no es tratada a tiempo, puede derivar en episodios como el de Spears, los varios de Linsdsay Lohan o de tantas artistas jóvenes que, en un momento determinado, se quebraron mentalmente. Musicalmente puede sorprender, pero en lo personal parece que seguiremos buscando a la verdadera –y actual– Katy Perry…
aarl