Las focas que habitan en las rutas de navegación muy transitadas podrían experimentar pérdida de audición, al igual que los seres humanos que viven en las grandes ciudades ruidosas, por lo que es vital una planificación espacial en el mar, según una investigación británica.

 

 

La tasa de aumento de la navegación comercial se está acelerando y esto puede tener efectos agudos y crónicos en las especies marinas, por lo que científicos de la Universidad de ST. Andrews, Reino Unido, decidieron cuantificar el riesgo de estas secuelas para proteger la vida marina.

 

 

Los investigadores estudiaron la superposición espacial entre las focas y el tráfico marítimo para conocer su impacto en el comportamiento y bienestar de esos mamíferos, cuyos hábitats están en zonas costeras donde convergen las principales rutas de navegación.

 

 

Aunque los hábitats a menudo se conservan a través de áreas protegidas u ordenación del territorio, algunas especies interactúan con los grandes barcos en el mismo entorno, por lo que es vital una planificación de espacios, sugieren los científicos.

 

 

Utilizaron mapas que caracterizan a las densidades de focas grises y barcos alrededor de las Islas Británicas para elaborar mapas de riesgo de co-ocurrencia entre ambos.

 

 

Para la exposición acústica de focas cerca de los puertos modelaron un área de estudio usando datos de movimiento de 28 animales con etiquetas de posicionamiento global de telemetría por satélite UHF y datos de sistema de identificación automática de todos los buques durante 2014 y 2015.

 

 

El equipo investigó la cantidad de ruido bajo el agua generados por barcos a los que los animales son expuestos con modelos ruidosos predictivos y encontraron que para 20 de los 28 animales observados, los niveles eran lo suficientemente altos que podrían sufrir la pérdida temporal de la audición.

 

 

Sin embargo, si los niveles aumentan aún más podrían causarles un daño permanente en la audición.

 

 

En un artículo publicado en la revista Journal of Applied Ecology, la ecóloga Esther Jones, autora principal del estudio, afirma que el ruido puede afectar la forma en que los mamíferos marinos como las ballenas, delfines y focas encuentran alimento y como se comunican entre sí.

 

 

“Al igual que los seres humanos que viven en ciudades ruidosas, ocupadas, algunas focas viven en las zonas donde hay una gran cantidad de tráfico marítimo y el ruido asociado”, señala.

 

 

Reino Unido tiene una de las rutas marítimas más transitadas del mundo, y el ruido bajo el agua ha ido en aumento en los últimos 30 años, por lo que los científicos desarrollaron mapas que muestran los niveles de riesgo de exposición de las focas grises al tráfico marítimo.

 

 

“Esto es particularmente pertinente para albergar a las focas, pues sus poblaciones están disminuyendo en algunas regiones”, advierte Jones.