Irritabilidad, tristeza, llanto e impacto en su desempeño ya sea en la escuela, con amigos y su familia, son algunos síntomas que presentan los niños que tienen depresión infantil, aseguró la especialista de los Servicios de Atención Psiquiátrica de la Secretaría de Salud, Carmen Torres. Ese padecimiento tiene una prevalencia de dos a cinco por ciento y puede presentarse en pequeños desde los tres años de edad hasta la adolescencia y la adultez.
La paidosiquiatra precisó que la sintomatología en un menor con depresión es practicarse cortadas en el cuerpo, no jugar ni reír, cambios en el apetito y en el estado de ánimo, en algunos casos ideas de minusvalía y sentirse menos que los demás, inútiles o culpables por algo, así como tener constantes peleas en la escuela.
También pueden expresar deseos de morir con frases como “ya no quiero estar aquí”, “para qué vivo aquí” o incluso, tener algún intento suicida, especificó.
Ante esta situación, la especialista consideró que no se debe pasar por alto y que lo más importante para prevenir este padecimiento es tener una buena comunicación entre padres e hijos y mantenerlos en observación constante.
Se suele pensar que el estrés es un padecimiento que, fundamentalmente afecta a los adultos debido a las presiones laborales, las deudas, las responsabilidades y el ritmo de vida contemporáneo. Pero pocas veces se presta la atención debida al estrés infantil, el cual muchas veces llega a ser peor para ellos debido a que no alcanzan a comprender muchas cosas y eso les provoca problemas en varios aspectos.
Según diversos expertos en el tema, existen cuatro aspectos importantes que hay que tener en cuenta a la hora de lidiar con el estrés en los niños:
1) Los estresores que afectan al niño (¿qué eventos o estímulos lo están estresando?)
2) La percepción del niño sobre los estresores (¿el niño cree que no podrá hacer frente a lo que lo estresa?)
3) El impacto del estrés sobre las áreas de funcionamiento del niño: desempeño escolar, relaciones sociales y familiares, salud física.
4) El comportamiento que adopta el niño para ajustarse al estrés.
Definiendo el estrés
Como estímulo: factores como la monotonía, el aislamiento, el trabajo bajo presión de tiempo (tareas, entrega de trabajos), el calor o un cambio abrupto de ambiente son algunas condiciones estresantes, cuyos efectos generalmente provocan al niño reacciones de adaptación.
Como respuesta: el niño muestra diversas conductas de respuesta ante el estrés, siendo la principal fuente de estresores el contexto escolar.
Algunas señales
Los siguientes signos pueden ser indicativos de que un niño puede estar experimentando estrés:
- Dolor de cabeza
- Resfriados frecuentes
- Dolor de cuello
- Irritabilidad creciente
- Tristeza
- Pánico o enojo
- Estar más inquieto de lo normal
- Problemas para relajarse o dormir
- Letargo o somnolencia
- Exceso de energía
- Retroceso en las conductas madurativas
- Hábitos como comerse las uñas o chuparse el dedo.
- Problemas con sus compañeros
¿Cómo ayudarlos?
Contacto físico: abrazarlos ayuda a que se relajen y acrecentar su autoestima.
Escucharlos: preguntarles cómo se sienten y qué les pasó durante el día.
Alentarlos: ayudarlos a encontrar algo que hagan bien y les genera gusto, además de decirles lo orgulloso que se siente de ellos.
Ejercicio: la actividad física es una muy buena ayuda para sacar los sentimientos estresantes.
Reír con ellos: esto ayuda al niño a ver el lado gracioso de las cosas.
Dieta balanceada: la comida chatarra produce sensación de estrés, por lo que hay que evitarla y darles una dieta adecuada.