Jorge Luis Borges, el escritor que se transformó en uno de los representantes más importantes de la cultura argentina, es homenajeado de manera permanente con una calle propia en Buenos Aires.
Los amantes de la literatura borgeana suelen recorrer las nueve cuadras del barrio de Palermo que llevan el nombre de uno de los autores fundamentales en lengua española y que arrancan en la populosa Plaza Italia.
“Uno llega a ser grande por lo que lee y no por lo que escribe”, reza un póster colocado en la feria de libros de la Avenida Santa Fe y que cita al escritor nacido en 1899 y muestra su rostro envejecido, recargado en un bastón.
Pasos más adelante comienza una calle que a primera vista carece de cualquier referencia literaria, ya que está colmada de negocios de comida, supermercados, regalos, tiendas de ropa y bajos edificios habitacionales.
Pero basta llegar al número 2145 de la calle Borges para toparse con “El Aleph”, un restaurante bautizado en honor a uno de los clásicos libros del autor argentino.
El lugar ofrece botanas, cerveza, cafés, hamburguesas y, sobre todo, la posibilidad de sentarse en su interior o en las mesas instaladas en la vereda para recordar “El Aleph” ese objeto mágico, misterioso e inasible inventado por Borges.
Una cuadra más adelante, una placa de la municipalidad de Buenos Aires homenajea al escritor fallecido en 1986 y a quien muchos lo consideran uno de los grandes ausentes en la lista del Premio Nobel de Literatura.
“Una manzana entera pero en mitad del campo, presenciada de auroras y lluvias y sudestadas, la manzana pareja que persiste en mi barrio: Guatemala, Serrano, Paraguay y Gurruchaga”, cita Borges en la placa al recordar el barrio en el que pasó parte de su vida.
En la calle Borges no podían faltar librerías, una de las cuales destaca por su originalidad porque combina la pasión por la literatura y por el vino.
El visitante puede ser sorprendido al entrar en la librería Alamut, ya que apenas asome descubrirá que los libros son custodiados por filas interminables de vino de la boutique Autre Monde.
Justo al lado, otra puerta invita a ingresar a “Borges” un espacio en el que una nueva librería convive con un centro cultural y cafetería.
Aquí se puede tomar un vino o un café, apreciar una muestra fotográfica, asistir a algún ciclo de cine, hojear y comprar los títulos exhibidos en mesas y estantes, o anotarse en talleres de escritura, lectura, historia, actuación o teatro.
La continuación del paseo por la calle Borges ofrece coloridos graffitis dispersos en las fachadas y la aparición de elegantes tiendas de objetos de diseño y de decoración, típicas del barrio de Palermo.
También están una vinoteca especializada, los restaurantes con sus mesas al aire libre y los locales de ropa “de autor”, seña de identidad de esta zona.
Al término de la novena cuadra, el visitante podrá sonreír ante la casualidad, nada sospechosa, de que la calle Borges desemboque justamente en la Plaza Julio Cortázar.