Está claro que si Fitch se toma la molestia de advertir sobre los riesgos de un triunfo de Andrés Manuel López Obrador en las elecciones presidenciales del próximo año, no es porque quiera apoyar a otro candidato. Simplemente es su obligación alertar sobre los peligros que detecta en una economía que es de importancia para sus clientes.
Sin embargo, no hace falta que esta firma global advierta sobre la incertidumbre e inestabilidad que podría provocar la llegada de este personaje a la Presidencia. Simplemente quien mejor nos advierte de esos peligros es el mismo candidato adelantado de Morena.
La solución de Andrés López a la corrupción es ser honesto, y su creencia es que ese manto casi divino de virtud cubrirá a todos sus colaboradores, pero también a todos los gobernadores, presidentes municipales, policías, funcionarios y ciudadanía en general. Él dictará, pues, el final de la corrupción y la impunidad.
Hasta ahí tenemos un acto de fe para aquéllos que quieran apoyarlo y que no sean capaces de ver cómo ese derroche de virtudes de honestidad estuvo totalmente ausente cuando fue jefe de Gobierno del Distrito Federal.
El problema empieza cuando hace cuentas e imagina que su dictado de honestidad ahorrará hasta 500 mil millones de pesos al gobierno, y entonces se los gasta. Ahí es donde salen de escena los teólogos y entran en acción los economistas que temen que es una fórmula perfecta para provocar una crisis económica de dimensiones mayores.
Otra amenaza real, tangible, de este personaje es oponerse sin mayores argumentos a la culminación del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM). Una obra que para diciembre de 2018 llevará un avance que seguramente superará ya 50% en su construcción.
Es evidente que está preocupado porque una obra de esta envergadura conlleve un reconocimiento al gobierno de Enrique Peña Nieto. Esa mezquindad costará varios miles de millones de pesos e implicará seguir en el mismo retraso en el que estamos en materia de aviación comercial.
Es ahí donde se cruzan los caminos con el Estado de México y el riesgo financiero para todo el país que implica que Andrés Manuel López Obrador gane esa plaza en la figura de su Juanita candidata.
Hay quien no le entiende a que el peso pudiera presionarse en los mercados financieros ante un triunfo de Delfina Gómez en las elecciones locales del Estado de México. Quizá porque no pueden ver el mensaje que esto mandaría para la elección presidencial dentro de un año.
Pero también, en el caso específico del NAICM, una de las primeras acciones de un gobierno de Morena sería entorpecer la construcción, lo que se contabilizaría en miles de millones de pesos en pérdidas y otros tantos de miles de empleos cancelados.
Ésa es una razón más que suficiente para una depreciación por un factor interno del peso mexicano.
¿Quién será el mejor candidato o candidata para el Estado de México? Que allá lo decidan, pero no hay duda que sí puede haber efectos nacionales de una mala decisión.
aarl