La subasta de un fragmento de tres toneladas del Muro de Berlín tiene como objetivo preservarlo para las nuevas generaciones de jóvenes mexicanos, afirmó hoy Luis Alonso Sordo Noriega, quien en 1990 lo trajo a México.
Dueño del Museo de Historia Moderna, donde el fragmento del muro fue exhibido durante diez años, Sordo señaló a Efe que no le importa ni el nombre del comprador ni el destino del monolito en tanto pueda ser “respetado y admirado”.
Sordo se hizo con el trozo de muro el 25 de junio de 1990, lo embarcó en Hamburgo (Alemania) el 14 de julio y llegó a Tuxpan (México) el 31 del mismo mes y el 7 de agosto estaba ya en la capital mexicana.
El fragmento es un recuerdo de “la reunificación de dos países” tanto como de “la mudanza política de las naciones de Europa que estaban detrás de la llamada cortina de hierro”, apuntó.
Ahora, este monolito “pasará a otras manos, pero a manos de coleccionistas, de amantes de los objetos que son vestigios de la historia”, apuntó Sordo.
El trozo de hormigón armado y con medidas de 3,6 x 1,25 y 2,10 metros saldrá a la puja en la subasta de este sábado en la Casa Mortono, que incluye parte de la colección del recinto privado propiedad de Sordo.
El catálogo de la subasta “Colección Museo de Historia Moderna. Memorias de Europa del Este, Siglo XX” ha establecido un precio de salida entre 850.000 y 900.000 pesos mexicanos (45.871 a 48.569 dólares) para esa parte del muro.
Entre los objetos a subasta están también un casco de presurización que se asegura perteneció al astronauta de origen kazako Alexander Viktorenko, así como gramófonos, máquinas de escribir y un busto gigante de Lenin.
La directora comercial de Casa Morton, Vivian Gorinstein, mostró a Efe su satisfacción por poner al alcance de coleccionistas o de instituciones artículos como este pedazo del muro de Berlín.
“Después de haber estado como una colección privada es un gusto ponerla al alcance de nuevos coleccionistas o de instituciones o museos que sigan construyendo historia, que los revaloren y los atesoren”, declaró la directora.
Gorinstein apuntó que le encantaría que el monolito estuviera exhibido en un lugar público como el Museo Memoria y Tolerancia de la Ciudad de México, que está dedicado a difundir el respeto a la diversidad.
Agregó que, no obstante, en una subasta se dan sorpresas porque las personas mas insospechadas pueden adquirir piezas que pensábamos pudieran estar en un lugar concreto y acaban en lugares insólitos.
El precio de subasta para este segmento del muro de Berlín fue calculado al comparar el que en su momento tuvieron piezas similares que están en otras colecciones, aunque en opinión de la directora, el valor del objeto es incalculable.
“Hicimos todo un estudio de precios obtenidos en piezas similares” hasta llegar a una cifra aceptable para la venta.
JMS