Hay una devaluación tan importante de las instituciones que se abren enormes avenidas para la charlatanería.
Seguro ha visto que muchos vehículos circulan en el país sin placas y en su lugar tienen logotipos y siglas que hacen referencia a organizaciones de campesinos, de derechos humanos, de lucha obrera, en fin. Auténticas agencias de emplacamiento ilegal.
No es difícil que con un nombre llamativo se hagan asociaciones que aseguren representar lo mismo a empresarios que a trabajadores. Hábiles manejadores de estos grupos logran cabildear beneficios que habitualmente retienen la mayor parte los líderes.
Hay otras organizaciones que son indispensables para lograr la supervivencia de determinados sectores de la economía. Tal parece el caso de la Alianza Nacional de Pequeños Comerciantes, que tendría como vocación representar a las tienditas de la esquina.
No son pocas las organizaciones legítimas que en un intento de llamar la atención atraen el interés de los medios de comunicación con declaraciones tronantes, con cifras de escándalo que rara vez son corroboradas antes de alcanzar las planas de los diarios o el aire de la radio y la televisión.
Esta alianza logró espacios destacados con cifras de escándalo que ni los reporteros ni los que recibieron el mensaje pusieron en duda. Dicen que en lo que va del año, la mitad de las tienditas del país fue asaltada con violencia. Casi 600 mil atracos a este tipo de establecimientos en cinco meses.
Podemos creer que es verdad porque la percepción general es de vivir en un ambiente de total inseguridad, pero son cifras que no se pueden contrastar con los datos de nadie más, ni fuentes oficiales ni datos de otras organizaciones de la sociedad civil.
Desde el pesimismo nacional que domina es más fácil aceptar esta versión que cualquiera que nos hable de alguna mejoría en aspectos de seguridad pública.
Pero también recurrieron al escándalo inflacionario para llamar la atención. Sin muchas bases metodológicas, esta asociación concluye que el INEGI miente en sus mediciones inflacionarias y que el Banco de México es un ignorante de la condición real del aumento de los precios.
Para estos comerciantes en pequeño, la inflación real es de 10.25%. Y lo saben porque preguntaron a los changarros.
Es un hecho que no existe una sola inflación, que el alza de los precios depende de regiones, de niveles socioeconómicos y de hábitos, pero lo que hacen es una irresponsable generalización.
Es obvio que en ese mismo ambiente de pesimismo es más fácil creerle a la alianza de tienditas que al Banco de México. El problema es que una mala expectativa genera una profecía autocumplida y entonces puede provocar inflación.
Este tipo de organizaciones deberían medir el impacto de sus palabras y los medios deberían corroborar los datos que reciben, porque no hay duda de que suenan a una gran nota, pero son nuestra versión local de fake news.
aarl