En los diversos escenarios postelectorales que se han configurado, uno ha pasado desapercibido:

 

Si pierde el PRI el Estado de México –el pesimismo tricolor es total en el caso de Nayarit y parcialmente alto en el caso de Coahuila-, ¿qué sucederá con su XXII Asamblea Nacional?

 

No es un asunto menor, considerando que de acuerdo a la convocatoria dada a conocer a finales de abril, en ella se debatirán temas como Visión de Futuro, Rendición de Cuentas y Ética, Declaración de Principios, Programa de Acción y Estatutos.

 

Pero el tema que a todo priista interesa será la definición de los criterios para la elección de los candidatos a puestos de elección popular en 2018, incluido desde luego su abanderado presidencial.

 

Si los términos de la convocatoria se están cumpliendo, en la Ciudad de México deberían haber comenzado desde el 12 de mayo pasado –y hasta el 18 de junio próximo-, las asambleas municipales y/o delegacionales.

 

Ninguna información hay al respecto, lo que demuestra que, al menos en la CDMX, el PRI no existe, sólo es un membrete.

 

Ni siquiera en los estados se nota que haya interés por las asambleas que deberán realizarse del 22 de junio al 9 de julio, quizá porque el interés de la dirigencia nacional tricolor, que encabeza Enrique Ochoa, está centrado en la elección del Estado de México.

 

El resultado de esta elección marcará no sólo el rumbo de la Asamblea Nacional, sino el del propio Ochoa.

 

Hay quienes, dentro del propio partido, aseguran que una derrota del PRI en el Estado de México significará el fin del mandato de Ochoa, de la misma manera que implicaría que el grupo hegemónico en el tricolor perdiera el control de su evento nacional, lo que realmente sería histórico.

 

De ahí la importancia de la elección dominical.

 

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Ahora que las relaciones México-Estados Unidos están medio rasposas, algo se podrá componer durante la LIII Reunión Interparlamentaria, que se realizará el lunes próximo en San Lázaro.

 

Del lado estadounidense se espera la participación de 11 legisladores, seis republicanos y cinco demócratas, que se reunirán con sus colegas mexicanos para tratar asuntos como la migración y el narcotráfico.

 

El encuentro se va a poner interesante si la delegación mexicana asume una posición firme.

 

A ver.

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Resulta altamente sospechoso que después de semanas de silencio, la diputada local veracruzana Eva Cadena ofrezca una conferencia de prensa para “denunciar’’ las transas de sus compañeros de fracción en el Congreso local.

 

Según Cadena, todo fue un complot en su contra, en el que cayó debido a su candidez, pues es “gente de campo’’.

 

Los cochinotes son sus compañeros de Morena que están desviando recursos públicos para las campañas en Veracruz.

 

Nadie cree que su declaración haya sido espontánea, y menos por el tono que utilizó.

 

Como sea, la credibilidad de la diputada es deficitaria, aunque su enojo con la dirigencia nacional, que la dejó colgada de la brocha, sea real y del tamaño del Pico de Orizaba.