Este jueves se llevaron a cabo las elecciones generales en Reino Unido. Con un total de 46.9 millones de ciudadanos censados para participar en estos comicios anticipados, que convocó el 18 de abril pasado la primera ministra conservadora, Theresa May, a fin de afianzar su mandato de cara a las negociaciones con Bruselas para el “Brexit” o salida del Reino Unido de la Unión Europea (UE).
May, que cuenta con 330 diputados, podría verse perjudicada para alcanzar la mayoría absoluta que buscaba.
La ciudadanía de cada circunscripción electoral elige a un miembro del Parlamento que represente a su distrito en la Cámara de los Comunes, la Cámara baja del Parlamento, compuesta por 650 escaños repartidos entre los cuatro estados que conforman el Reino Unido y que se modificarán: Inglaterra (533), Escocia (59), Gales (40) e Irlanda del Norte (18). En los comicios pasados, el Partido Conservador consiguió 330 escaños; el Partido Laborista, 232 y el escocés SNP, 56.
Por lo tanto, se trata de un sistema electoral mayoritario uninominal y de una sola vuelta. En cada distrito electoral se elige al que más votos obtiene y el resto no tiene representación, lo que perjudica a las minorías. Este tipo de sistema favorece la existencia del llamado “voto útil” y del bipartidismo.
Es probable que el ganador de las elecciones tenga que conseguir la mayoría absoluta a través de formar coaliciones en caso de la contienda cerrada.
El partido de Theresa May gozaba de una ventaja de 20 puntos porcentuales cuando llamó a las urnas, pero ese diferencial se redujo a más de la mitad. El inesperado avance de su rival laborista, Jeremy Corbyn, sugiere que los conservadores podrían reducir o incluso perder su mayoría, lo que desembocaría en un Parlamento “colgado” o bloqueado -sin ganador por mayoría absoluta- y obligaría a los pactos parlamentarios.
No hay duda de que será una negociación dura y difícil la del Brexit, en la que la UE busca primero la salida de Reino Unido para proceder después con las negociaciones más individuales.
El BCE, dentro de su papel
Ayer, también el Banco Central Europeo (BCE) decidió mantener sin cambio su política monetaria en 0%. El organismo considera que la economía transita por buen camino con un PIB creciendo a tasas de 1.9% al cierre del primer trimestre.
La perspectiva de inflación bajó respecto a marzo y la ubicó en 1.50% anual desde 1.70%, y todo apunta a que será hacia 2018 cuando vuelva a reducir el ritmo de compras de activos.
Sin el riesgo político que hoy se tiene con el Brexit, elecciones parlamentarias en Francia, votaciones generales en Alemania y las probables elecciones anticipadas en Italia marcan a 2018 para la Zona Euro como el reto de crecer sin contaminación política.
aarl