Para la Arquidiócesis Primada de México, la situación de violencia por la cual atraviesa el país es peor que la persecución religiosa, en especial para sacerdotes de comunidades alejadas azotadas por el narcotráfico, de entidades como Tamaulipas, Veracruz, Guerrero y Oaxaca.
“El clero no se salva de este horror que ni siquiera se vio en la era del comunismo o en las persecuciones religiosas, por el nivel descarnado e inmisericorde que la delincuencia hace de la violencia si no hay respuesta a sus demandas y amenaza”, dice el editorial del semanario.
La Arquidiócesis reconoció el acercamiento de jerarcas católicos a grupos delictivos para tratar de detener la ola de violencia en diferentes regiones del país, como el caso del obispo de Chilpancingo-Chilapa, Salvador Rangel Mendoza, quien ante la supuesta ausencia de autoridad, tomó el problema en sus manos.
La justificación de Rangel Mendoza para su acción es la molestia de la sociedad ante el discurso oficial de que en Guerrero no pasa nada, cuando a diario se sabe de hechos violentos no sólo entre delincuentes, sino en contra de ciudadanos, incluidos sacerdotes católicos quienes se ven imposibilitados de evangelizar a su rebaño.
“La realidad es que México vive la pobreza y miseria que son campo fértil para la delincuencia y la corrupción. La intervención del clero para detener estas condiciones es reacción ante el vacío de poder institucional, aunque en esto vaya la vida misma de quienes hacen las tareas que a otros correspondería”, añade el semanario.
Mensaje
“Si nos arrinconamos en una esquina y no vemos a la otra persona, no habrá una solución”
Salvador Rangel Mendoza
Obispo de Chilpancingo-Chilapa