La botella, reconvertida ahora en habitación de hotel, está construida con fibra de vidrio y fue creada como barco para promocionar la ruta jacobea por el río Ulla, que separa las provincias de Pontevedra y A Coruña, durante el último Año Santo del siglo XX.
Pero tras varios intentos de navegación frustrados, acabó abandonada en una antigua depuradora de agua potable situada en el municipio pontevedrés de Vilanova de Arousa. Allí permaneció hasta que 18 años después llamó la atención de Mónica Novas, propietaria de Madeinfofán, un hotel rural especializado en alojamientos singulares.
Una estancia singular
“Fui a verla, pregunté por ella y me dijeron que si conseguía moverla me la daban”, explica Novas a Efe, algo que logró “con mucho esfuerzo” tras consultar con dos empresas especializadas.
Trasladarla de Vilanova a Meis, a más de veinte kilómetros de distancia, fue el primer reto al que se enfrentaron los dueños de este establecimiento, ya que “no es fácil mover una estructura de este tamaño”.
Una vez situada dentro del complejo rural “la limpiamos y contratamos a una artista para que la pintara”, debido a que sus nuevos propietarios querían que “fuera una botella de albariño que pareciera totalmente real“.
A partir ahí, albañiles y carpinteros siguieron las indicaciones de Mónica Novás y su equipo para convertir su interior en una habitación que tuviese todas las comodidades posibles.
“Teníamos una idea clara”, asegura la empresaria, que logró aprovechar al máximo los trece metros de largo, tres de alto y otros tres de ancho de esta botella gigante para habilitar dentro de ella una habitación de unos 20 metros cuadrados. En su interior cuenta con una pequeña sala -habilitada para realizar catas de vino-, un armario y una cama de matrimonio.
Ahora, es la sexta habitación de su establecimiento rural, una casa de aldea en la que también se puede pernoctar dentro de un hórreo tradicional.
La llegada de la botella a Meis ha despertado el interés de sus clientes y “llama mucha gente para preguntar por ella”, señala Novás, tanto que empieza a ser complicado encontrar fechas libres durante el próximo verano.
Además, sus dueños estudian la posibilidad de ofrecer este espacio a bodegas de la comarca de O Salnés, para que puedan celebrar dentro de la botella todo tipo de catas y presentaciones de sus vinos.
La nueva adquisición refuerza el espíritu “agro-chic” de este establecimiento pontevedrés con el que sus propietarios quieren demostrar que en el mundo rural “también se puede ir bien vestido y contar con todas las comodidades”.
Pero este espíritu emprendedor no se detiene y los responsables del establecimiento ya piensan en su próximo alojamiento singular, una casa de madera “tipo aldea gallega” que se pueda mover “y que los clientes se puedan llevar y traer de vuelta”, aunque para ello temen que tendrán que sortear alguna otra traba por parte de las autoridades de Tráfico.
aarl