Está claro que en especial durante este sexenio ha habido marcadas diferencias en el enfoque sobre cómo manejar la economía y las finanzas mexicanas entre el Banco de México y la Secretaría de Hacienda.

 

 

 

No es nada nuevo, cada una de estas instituciones tiene objetivos diferentes y hay momentos en que las percepciones son también diferentes.

 

 
Hay bancos centrales, como el de Estados Unidos, que tienen entre sus objetivos tanto controlar la inflación como procurar el crecimiento. Pero en el caso del Banco de México, la misión prácticamente única es mantener el poder de compra de la moneda, por lo tanto hará todo lo que esté a su alcance para lograr la meta.

 

 
Agustín Carstens, el saliente gobernador del Banxico, ya sufrió en carne propia la autonomía del banco central cuando el titular anterior, Guillermo Ortiz, no accedió a las presiones de Carstens, en sus tiempos de secretario de Hacienda, y del propio presidente Felipe Calderón para bajar las tasas.

 

 
Es cierto que las tasas tan altas a principios de esta década costaron algunos puntos al crecimiento, pero también es verdad que se logró contener la inflación rápidamente después del despunte en los precios tras la gran recesión.
Hoy estamos en un escenario más moderado en los alcances de los desequilibrios, pero similar en cuanto a las presiones inflacionarias y la posibilidad de desaceleración económica por un alto costo del dinero.

 

 
Pero hoy que goza de la total autonomía del Banco de México, es un hecho que la Junta de Gobierno de esa institución no hará nada diferente a garantizar que la inflación, actualmente por arriba de 6%, pueda regresar al carril del tope de 4%.

 

 
Pasado mañana, el Banco de México dará a conocer su decisión de política monetaria y hay presiones para que los banqueros centrales mexicanos se abstengan de subir las tasas, así sea un cuarto de punto, para no afectar más la recuperación económica.

 

 
Pueden estos promotores de las tasas más bajas estar seguros de que no serán escuchados con esos argumentos. Lo que tampoco significa que esté garantizado el aumento del costo del dinero para este jueves.

 

 
El consenso es que, efectivamente, habrá un aumento de 25 puntos base en la tasa de referencia para alcanzar 7%. Entre el reciente aumento en la tasa de referencia en Estados Unidos y los altos niveles inflacionarios, la decisión parece ser el envío de un mensaje contundente que no deje espacios a la duda de la decisión del banco central de ser intransigente con la inflación tan alta.

 

 
Los detractores hacen ver al banco central cómo el dólar está por debajo de los 18, cómo hay buenas expectativas para la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte y cómo la tasa de crecimiento económico es endeble.

 
Es muy probable que durante el resto del año, el Banco de México suavice la rudeza de su política monetaria, pero por ahora lo que más vale no es un cuarto de punto, sino la contundencia del mensaje.