La pasividad es la peor actitud que se puede tener ante los hechos de violencia en los estadios del país. Ya no son suficientes los falaces pretextos de que la violencia “es cosa de unos pocos”, “que no se genera en los estadios” y que es “ajena al futbol”.
Es un tema de seguridad ciudadana en la que todos los involucrados tienen responsabilidades bien definidas. Si bien es cierto que los disturbios y la violencia no son exclusivos de los estadios en México, ello no significa que se deba permanecer pasivo ante esos eventos y sólo ocuparse de ellos cuando toman notoriedad mediática.
El modelo de estadio seguro en Reino Unido es ejemplo mundial. Desgraciadamente hubo que lamentar la muerte de decenas de personas en lo que se conoció como “la tragedia de Hillsborough”, para que la entonces ministra británica Margaret Thatcher viera el tema como “un problema social, más que un problema deportivo” y se tomaran acciones concretas para detener la violencia en los espectáculos deportivos de ese país.
En el caso mexicano, el Congreso de la Unión aprobó la Ley General de Cultura Física y Deporte que crea la “Comisión Especial Contra la Violencia en el Deporte”, que es la encargada de elaborar y conducir las políticas generales contra la violencia en todos los eventos deportivos. De esa “Comisión Especial” sólo sabemos que fue instalada el 25 de julio de 2014, pero nada más. No ha tenido un funcionamiento regular.
Por su parte, los federativos del deporte crearon el “Manual General Estadio Seguro”, que por cierto es producto del trabajo coordinado por el Gobierno de la Ciudad de México y los Gobiernos de los Estados de Jalisco y Nuevo León, y que, según se dijo, tiene como principal característica la homologación de la operación que tendrán tanto los equipos como los cuerpos policíacos y privados para ofrecer seguridad a los aficionados antes, durante y después de cada uno de los partidos que se celebren en territorio mexicano.
Los acontecimientos violentos en el Estadio Luis Pirata Fuente en febrero pasado evidenciaron que la Comisión Especial y el Manual General aún están fuera de la realidad.
En la Ciudad de México se han implementado acciones para reducir al máximo el riesgo de violencia, pero eso no significa que estemos exentos de ella. Es por eso que presenté ante el pleno de la ALDF la propuesta para reformar el Código Penal del DF, con el fin de que se considere el delito de violencia en espectáculos deportivos para sancionar con multa o hasta cuatro años de prisión a quien, en un evento deportivo dentro o fuera de los estadios, cometa actos vandálicos o de violencia. Además de que, a juicio del juez, se pueda prohibir al inculpado asistir a los estadios por un periodo igual al que haya sido condenado en la sentencia.
Adicionalmente en los próximos días habré de presentar una iniciativa de Ley que Prevenga, Sancione y Erradique la Violencia en los Estadios de la Ciudad de México. Todo sea para recobrar la convivencia familiar en estos eventos deportivos.
aarl