Washington, DC.- En el fondo de las encuestas con sÓlo 36% de aprobación, abrumado por la expansión de la Investigación sobre la Injerencia Rusa que lo favoreció y con la agenda política estancada, el presidente Donald Trump aumenta ataques contra los medios y la opacidad de su gobierno.
Promoviendo en sus tuits la idea de que “los medios son instituciones ilegítimas” y casi “enemigos del Estado”, Trump trata de restar credibilidad a intensas críticas por su estilo caprichoso, compulsivo, obsesivo e intolerante, que agudiza la división, incompetencia y caos en la Casa Blanca, donde docenas de plazas siguen vacantes.
Trump refrenda su postura, con las victorias en las pasadas elecciones especiales, mientras el Senado prepara el asalto final a Obamacare y sus Jefes de Inteligencia no confirman que les pidió negar evidencia de colusión entre su equipo de campaña y Rusia.
Ante la abrumadora evidencia difundida por el diario The Washington Post, revelando que desde 2015 la Casa Blanca supo de intentos de Rusia para interferir en las elecciones de Estados Unidos, Trump pasó, de negar la injerencia, a atribuir toda la responsabilidad al Presidente Barack Obama, por “no haber actuado adecuadamente, en lugar de sólo aplicar sanciones económicas”.
“Desde que se informó a la administración (de Barack) Obama, mucho tiempo antes de la elección, que los Rusos querían interferir, porque no tomo acción … ? enfóquense en ellos no en nosotros …” dijo Trump en su cuenta de Twitter.
En un esfuerzo más por controlar la expansiva investigación del Fiscal Especial Robert Mueller, la Casa Blanca limito los briefings o Conferencias de Prensa de la Casa Blanca (que iniciaron en 1910 bajo la presidencia de Woodrow Wilson), a 2 o 3 por semana, prohibiendo que se transmitan en vivo, grabarlos en video y hasta en audio, lo que preocupa severamente a “la fuente de la Casa Blanca”, dijo Jeff Mason, Presidente de la Asociación de Corresponsales de la Casa Blanca.
Imposibilitado para obtener imagen del día, la cadena CNN recurrió al artista que trabaja para ellos en la Suprema Corte de Justicia, para hacer bosquejos, como los que se hacen en las salas de la corte, donde las cámaras están prohibidas.
Esta es la escalada en los ataques de Trump a la prensa, que no son nuevos.
Desde el inicio de su campaña, confrontó a reporteros, acusándolos de “ignorar sus numerosas concentraciones”; atacó a periodistas y se mofó de ellos, incitando agresiones de simpatizantes a quienes cubrían su campana. Sugirió modificar la Primera Enmienda Constitucional para “promover más responsabilidad de comunicadores”.
En eventos de campaña, Trump interrumpió su mensaje para acusar a Katy Tur, de NBC de no reportar con exactitud el tamaño de una multitud. Reportes indican que Tur tuvo que ser evacuada con protección policiaca por agresiones de simpatizantes de Trump.
Jeff Zeleny de CNN fue atacado por Trump a través de twitter y rechazo preguntas de Jim Acosta, de CNN a quien acusó de ser parte de “fake News”. A Zeke Muller, de Time, lo acusó de mentir.
Tras su toma de posesión, nada fue diferente.
En un evento en la CIA dijo “librar una guerra con los medios” calificándolos como “los más deshonestos seres humanos sobre la tierra”. En algunos eventos, sus simpatizantes gritaban a los reporteros “Lugenpresse” o “prensa mentirosa”. Medios comprometidos con desempeñar su función, vital para la democracia.
Cada día Sean Spicer y otros voceros de Trump reiteran que los periodistas “deliberadamente reportan eventos falsos”, como el número de asistentes a su ceremonia inaugural.
Expertos legales en la Primera Enmienda Constitucional y la Prensa, consideran que Trump “trata de usar el gran poder de la Presidencia para intimidar, obstruir, censurar, espiar y silenciar a los medios”, mientras continua haciendo uso indiscriminado de su cuenta de twitter “para decir cuánto quiere y como quiere” independientemente de la verdad o posibles víctimas.
“El daño puede ser más frecuente y profundo y escalar a formas más serias que meras guerras de palabras, en una técnica que involucra el debilitamiento de técnicas que permiten a la opinión publica verificar el poder del Estado y legitimar nuestro sistema democrático, advirtió Jack Balkin, Director del Proyecto de información Social de la Escuela de Derecho de Yale.
Un análisis de Bloomberg sobre 5 mil mensajes de tweet de Trump en la campaña, desde Junio de 2015 a finales de 2016 menciona a 25 de las más grandes organizaciones noticiosas de Estados Unidos. De esos, 256 mensajes eran críticas y generaron 875 mil retweets y 2.4 millones de likes.
Ese periodo, Trump lanzo también 140 tweets atacando a Hillary Clinton, que generaron 1 millón 200 mil retweets y 3.3 millones de likes.
Trump no es el único presidente estadounidense que ha confrontado a los medios.
Richard Nixon y su Vice Presidente Spiro Agnew, acusaron a los medios de “promover el negativismo” cuando secretamente bombardearon Cambodia. Lyndon B. Johnson luego de ocultar su plan para intensificar la guerra en Vietnam. Ronald Reagan cuando se descubrió el plan Irán Contras y hasta Bill Clinton, cuando rechazó haber tenido relaciones sexuales con Mónica Lewinsky.
George W. Bush también confrontó a los medios cuando se descubrió que no había armas de destrucción masiva en Irak, que usó como justificación para invadir ese país. Pero esa confrontación, en opinión de expertos, fue diferente en contenido y calidad.
A través de redes sociales e internet, la administración Trump difunde una narrativa no siempre apegada a la verdad, como aseveraciones sobre la concurrencia a su acto inaugural, sobre el presunto voto ilegal de 3 millones de indocumentados y muchos más, aunque también la usa como táctica para desviar la atención con controversias, de temas serios que se discuten en el Congreso.
Como resultado, muchos medios han perdido credibilidad. A diferencia del 72% de apoyo que los estadounidenses tenía en la prensa en 1972, que se redujo a 50% en 2005, la más reciente encuesta de Gallup señala que ahora solo 32% confía en los medios de comunicación, y de ellos, solo 16% de Republicanos, lo que aprovecha Trump.
Una encuesta de Morning Consulta en Abril señalo que 37% de estadounidenses cree en Trump, más que 32% que cree en los medios.
También con ataques sin fundamento contra críticas y enemigos, en una ofensiva en múltiples frentes, para restar legitimidad y credibilidad a medios que exhiben su poca o casi nula capacidad de gobernar, que hurgan las conexiones de numerosos colaboradores cercanos que tienen una historia de conexiones e interacciones con funcionarios Rusos.
@GregorioMeraz1