A pesar del rebote observado ayer en el movimiento de tasas y tipo de cambio, con las decisiones del Banxico en el presente año que han llevado a la tasa de referencia en 7.0%, la baja en la parte media-larga de la curva de las tasas de interés, así como la apreciación del tipo de cambio de más de 13%, las inversiones por parte de inversionistas extranjeros en el mercado de deuda han reflejado un cambio importante.
Actualmente 82% de la tenencia de extranjeros en deuda se tienen en bonos M, 14% lo tienen en CETES y 4%, en instrumentos en tasa real denominados en UDIBONOS, alcanzando un monto equivalente en dólares de 118 mil 175 millones.
En 2015 y 2016 como antecedente, mientras que las tasas de interés seguían cediendo terreno, la inversión en Cetes fue decreciente con una buena razón. La fuerte volatilidad del peso mexicano con sesgo de una clara depreciación y tasas de interés muy acotadas hacia 3.0% dejaban de ser funcionales en la estrategia de las posiciones y constantemente tenían que tomar sus “stop loss”.
Hoy en día, hablar de una apreciación cambiaria y tasas de interés en el orden de 7.0% anual se presentan como una mejor opción, y han pasado los Cetes de una posición de “salida” a una acumulación en el año de poco más de 1.0%.
Sin embargo, la fuerte apreciación cambiaria por sí misma ha dejado una ganancia a las posiciones de inversiones de extranjeros y si le sumamos que la parte media-larga de la curva ha mostrado descensos importantes en la tasa ha generado un “doble rendimiento” positivo para las posiciones. En el año, sólo como dato, el M24 (bono a 2024) ha ajustado 76 puntos base, si lo ubicamos en los niveles actuales de 6.61%.
En ese sentido, el crecimiento en la tenencia de extranjeros en los bonos M se ha desacelerado de una manera importante. Apenas alcanza 1.85% de las entradas acumuladas en el año, que rondan los mil 548 millones de dólares.
El problema se puede venir si las tasas de interés en estos bonos continúan bajando y el peso mexicano se mantiene estable o se sigue revaluando, ya que seguramente los inversionistas optarán por seguir haciendo utilidades, pero, además, podrían empezar a reducir sus posiciones ante el escenario económico político que enfrentará México de aquí al cierre de 2018, con la revisión del Tratado de Libre Comercio y el escenario de las elecciones presidenciales.
Esto, sin duda, debe estar ya en el análisis del Banxico y seguramente de la Comisión de Cambios, en donde no todo lo que brilla es oro.
No dudemos de que el gobernador Agustín Carstens hable en breve de la ubicación del peso mexicano en una zona ya “razonablemente buena”, esperando movimientos de estabilidad en nuestra moneda. Por cierto, el peso mexicano ha reducido su nivel de subvaluación desde 30% hasta 10% actual, pero aún con temas pendientes en materia de deuda pública, por lo que pensar en seguir reduciendo el nivel de subvaluación parece no ser tan sencillo.