Las lágrimas protagonizaron la final de la 50 edición de Wimbledon en la Era Abierta. Las de Roger Federer, que rompió a llorar al ver a sus cuatro hijos en el palco tras vencer a Marin Cilic y lograr el título por octava vez, y las del croata al saber que no podía competir al máximo nivel tras lesionarse la planta del pie izquierdo.
Un ace final, el octavo de su cuenta, sirvió para que Roger cerrara la contienda y se hiciera con su decimonoveno título de un Grand Slam.
Cilic, campeón del US Open en 2014, se vio perjudicado por una lesión en la planta del pie izquierdo, por la que lloró desconsoladamente al término del tercer juego del segundo set.
Parecía que iba a retirarse, pero saltó de nuevo a la central tras una gran ovación del público. Luego, actuó disminuido ante Federer, que no tuvo compasión.
Aunque tomó unas pastillas para mitigar el dolor, la retirada del croata parecía inminente, pero el campeón del Abierto de EE.UU. de 2014, primero de esta nacionalidad en llegar a la final desde Goran Ivanisevic en 2001, se levantó, se repuso y salió a jugar, sabiendo que ya tendría pocas opciones.
Federer ganó el primer parcial con dos quiebres, en el quinto (3-2) y noveno juegos (6-3), tras salvar una oportunidad de Cilic en el cuarto. El croata entregó esa parcial con su segunda doble falta.
El suizo conquistó así su segundo Grand Slam este año, tras vencer al español Rafael Nadal en la final del Abierto de Australia en enero. Ambos con 35 años cumplidos.
El suizo recuperará hoy la tercera posición en la lista mundial, por primera vez desde agosto de 2016, para situarse detrás del británico Andy Murray y de Nadal.
caem