BRUSELAS.- La Unión Europea (UE) y el Reino Unido comenzaron ayer la segunda ronda de negociación para la retirada del país del bloque comunitario, en el que confrontarán sus posturas sobre los derechos de los ciudadanos y los costos financieros de la salida.

 

“Tuvimos un buen comienzo el mes pasado, pero ahora vamos a entrar en la esencia del asunto”, dijo el secretario de Estado británico para la salida de la UE, David Davis, en una breve declaración a la prensa junto al jefe negociador comunitario, Michel Barnier.

 

El excomisario francés recibió a Davis y a su equipo en la sede de la Comisión Europea en Bruselas para un ronda que durará hasta el próximo jueves.

 

La primera etapa, celebrada el 19 de junio, se dedicó solo a fijar el calendario y modo de trabajo para las futuras negociaciones.

 

Desde entonces tanto Bruselas como Londres han presentado sus posiciones para llegar a acuerdos en diferentes puntos que ahora toca “examinar y comparar”, explicó Barnier.

 

“Es tiempo de ponerse a trabajar y hacer de esta una negociación exitosa”, dijo Davis.

 

Londres y Bruselas han creado tres grupos de negociación que abordarán de forma separada el tema de los derechos de los ciudadanos, el acuerdo financiero de salida, y otros temas relativos a la separación, en varias reuniones durante la semana.

 

La prioridad en esta primera etapa es acordar los derechos que tendrán los ciudadanos europeos en Reino Unido y los británicos en la Unión, cerrar el acuerdo sobre las obligaciones financieras de Londres -y potencialmente de Bruselas- tras su retirada y resolver la situación de Irlanda del Norte, con vistas a evitar una frontera “estricta” con la República de Irlanda.

 

Juan Ángel Espinosa

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Bruselas, que hasta ahora ha logrado imponer sus condiciones a la negociación, exige que haya “progresos suficientes” en todas estas áreas antes de empezar a negociar la relación futura entre ambas partes, de especial interés para Londres.

 

Sin embargo, los puntos de partida a uno y otro lado del Canal de La Mancha están alejados.

 

Michel Barnier advirtió la semana pasada de las “grandes diferencias” entre las propuestas sobre derechos de los ciudadanos y criticó que la posición británica “no permite la reciprocidad”, puesto que “somete a los europeos al derecho británico que impone restricciones, por ejemplo, para el acercamiento familiar”.

 

El ministro británico de Asuntos Exteriores, Boris Johson, defendió ayer a su llegada a un consejo del ramo de la UE que se trata de una “oferta muy justa y seria”.

 

Sin embargo, el punto más polémico hasta ahora es el acuerdo financiero sobre la “factura” que deberá pagar Londres para cumplir con los compromisos adquiridos como miembro, que según diferentes cálculos oscilaría entre los 60,000 y 100,000 millones de euros.

 

Johson aseguró en el Parlamento británico que la UE podía “irse a tomar viento” si creía que su país iba a pagar una suma “exorbitante”.

 

Poco después, Davis envió un comunicado a esta cámara en el que admitía que “Reino Unido tiene derechos y obligaciones” como miembro y que “trabajará con la UE para determinar un acuerdo justo”, al tiempo que recordó que la UE también tiene obligaciones para con su socio.

 

Las divergencias sobre el acuerdo financiero son una muestra de la división interna con que encara el Gobierno británico las negociaciones, lo que se suma a las dificultades para pactar con la oposición después de que los conservadores de la primera ministra, Theresa May, perdiesen la mayoría absoluta en las elecciones del 8 de junio.

 

May perdió capacidad de negociar: experto

Luego de que el Partido Conservador de Theresa May no consiguió la mayoría absoluta en el Parlamento, durante la elección de junio pasado, lejos de recuperar poder, perdió capacidad de negociación, tanto al interior y como al exterior.

 

Así lo señala, Ramón Morales, especialista en Comunicación Política de la Universidad Panamericana, quien señala que cuando convocó May a comicios anticipados trataba de legitimarse, pero sólo redujo su posibilidad de lograr acuerdos frente a la negociación del Brexit.

 

“Debemos de recorar que ella entra después de la renuncia de David Cameron (quien dimitió como primer ministro, luego de que la mayoría los británicos votó por el Brexit), por lo que ella necesitaba legitimarse más como líder del partido que como líder gobernando… Sin embargo, ahora necesita negociar con las fracciones en el Parlamento”, explica el especialista.

 

Lo cual tiene un efecto directo ante los aspectos que se revisen con la Unión Europea, ya que deberán de ser ratificados por el Parlamento y los conservadores no tienen la fuerza necesaria, lo que se puede convertir en un obstáculo, añade.

 

“Una cosa es el representante que está negociando el tratado, que está sentado en una mesa con el otro negociador, y otro líder, es el líder nacional”.

 

caem