Justo cuando se le menciona como opción del PRI como candidato presidencial, el secretario de Hacienda, José Antonio Meade, es puesto a prueba por el sindicato patronal.

 

La Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) presentó una propuesta de reforma fiscal con la cual, asegura el organismo, incentivar la inversión productiva, mayor competitividad, fortalecimiento del mercado interno y una mayor recaudación tributaria.

 

Todo esto, según la Coparmex, se traducirá en mayor bienestar social para todo el país.

 

Lo que proponen los patrones mexicanos es una reducción impositiva, tanto del ISR –bajarlo a una tasa de 24%-, que sean deducibles al 100% las prestaciones sociales de los trabajadores, una simplificación fiscal y certidumbre jurídica.

 

Ya el propio Meade salió ayer mismo a declarar que por el entorno económico actual es imposible bajar la tasa del ISR a 24%.

 

Pero, como la propuesta es más amplia y no se limita sólo a la reducción del ISR, habrá que esperar si la Secretaría de Hacienda tiene o no la disposición para negociar con los patrones algunos otros puntos.

 

Es decir, no sólo se estará poniendo a prueba no sólo la sensibilidad de Meade en su calidad de presidenciable, sino su capacidad de negociación con los dueños del dinero y, desde luego, con sus empleados.

 

Puede ser una prueba que marque o no el destino de Meade, el candidato ciudadano –no milita en ningún partido- en el que todos tienen puestos los ojos.

 

 

En su comparecencia de ayer ante la Comisión de Gobierno de la Asamblea Legislativa, el delegado de Tláhuac, Rigoberto Salgado, confundió las explicaciones con las justificaciones.

 

Está claro que el político de Morena no tiene la capacidad de gobernar –que no administrar- la delegación.

 

Demasiado tarde fue el llamado que le hizo la Asamblea Legislativa, que meses atrás había tenido ya información y quejas sobre las omisiones del aún delegado.

 

Ayer se pidió su remoción del cargo, trámite que deberá empezar desde la Asamblea Legislativa, pero quién sabe si nuestros flamantes diputados locales tengan el tiempo o las ganas de iniciar el proceso, sobre todo ahora que todos andan en la grilla buscando dónde caer el próximo sexenio.

 

Lo de Rigoberto, una vergüenza.

 

 

La detención de la supuesta amante de Javier Duarte de Ochoa, Xóchilt Tress, revivió la sospecha de que entre el gobernador de Veracruz y el Gobierno federal existe un pacto para no detener a su esposa, Karime Macías.

 

Ficticio o no, el cuestionamiento social tiene que ver con el hecho de que, según declaraciones del mismo testigo que acusa a Tress de haber recibido un departamento y una camioneta comprada con dinero público, también difundió en su momento que la esposa de Duarte utilizaba dinero del erario para asuntos personales.

 

Ahí están los departamentos que habría comprado en Nueva York y Houston, las casas en el DF, todo a petición de su esposo y con cargo a cuentas de empresas fantasma creadas ex profeso.

 

Así como la PGR tuvo que demostrar en unos pocos días que en la primera audiencia de Duarte en la CDMX no hubo favoritismo, bien haría en mostrar que tal pacto es una apreciación y no una realidad.

 

¿Será?

 

caem