Cuando tocas la puerta de la política nacional, y ésta no te abre pero sí te contesta por el interfón, sería un error memorable el no seguir insistiendo –con una frecuencia casi neurótica– que te dejen pasar. Asimismo, el no hacerlo implicaría cobardía pero también falta de sentido de oportunidad –dos pecados mortales en la política–.
El lunes 31 de julio subí a mi página de Facebook un vídeo de dos minutos titulado #OtroPRIesPosible —http://bit.ly/2fkMhoN–, en el que pido, de cara a la XXII Asamblea Nacional del PRI el 12 de agosto, tres cambios que considero necesarios y decisivos: democracia interna para darle voz y voto a la militancia; #3de3 obligatoria para todos los candidatos priistas; y reorientar la oferta política hacia la juventud –debido a un voto duro priista cada vez más envejecido–.
Hoy el vídeo tiene más de 200 mil vistas y más de 2 mil comentarios que incluyen posturas, propuestas, apoyos e incontables mentadas de madre. Para el miércoles 2 de agosto, llevaba casi 90 mil vistas pero como en internet todo es efímero y reemplazable, supuse que la vida útil de aquél manifiesto político llegaba a su fin, y por lo mismo, que no había cumplido su principal cometido: posicionar ideas reformistas ante la cúpula priista.
Sin embargo, esa noche recibí una llamada. Era el Dr. Enrique Ochoa, presidente nacional del PRI, mi partido. Conmigo algo nervioso –tampoco me haré el rudo, sí lo estaba un poco–, comenzamos la plática que duró unos 15 minutos. Si bien revelar el contenido de la misma sería una acción altamente cretina, les puedo decir que se trató del vídeo #OtroPRIesPosible, y que fue una llamada muy cordial y positiva —sería mezquino no reconocer que el Dr. Ochoa mostró mucho de su vocación política al tomarse el tiempo de platicar de manera tan personal con un militante más; le agradezco mucho dicho gesto–.
Acabando la llamada me di cuenta que el vídeo había tocado un nervio del partido más grande –en estructura, influencia y edad–, y ciertamente, obtuve un vigor renovado para seguir en la pelea. Como joven –y como militante reformista flechado–, admito sentir esperanza, tanto por el sistema de partidos en su conjunto, como por aquellos militantes que encontraron en el vídeo ideas y tonos que hicieron suyos. A todos ellos, gracias.
Pero tampoco son horas para el romanticismo o la ingenuidad. No hay una política de acción sin ideas detrás; y si éstas no logran acción, solo se quedan en teoría –frustración máxima de los politólogos–. La verdadera medida de la actividad política, pues, se determina con una pregunta: ¿qué se generó?
De #OtroPRIesPosible no debe surgir lo de siempre: una corriente interna que trate de cambiar la cultura política del PRI mediante la fuerza de la fuerza, y no la fuerza de las ideas. Este esquema, además, promueve la cooptación, ya que suele usarse para que sus cabezas junten fichas y puedan negociar su ingreso al sistema anacrónico –mismo que intentamos desmontar–. Esto tiene que ser diferente porque es mucho más profundo.
Es un imperativo la creación de un grupo de priistas que, inspirado en los “gabinetes en las sombras” en el Reino Unido –estructura “espejo” manejada por la oposición oficial que vigila y cuestiona el actuar del primer ministro y su gabinete–, pueda emitir posicionamientos, propuestas y alternativas ante toda acción u omisión determinante que tome el oficialismo del PRI en cualquier trinchera nacional. Transformación real vía vigilancia permanente.
En otras palabras, un grupo “perro guardián” –paralelo a la dirigencia formal–, que reafirme la propia necesidad de su existencia y fortalecimiento cada vez que proponga algo alterno a la burocracia priista oficial. Su fin último no será criticar, sino reemplazar a aquellos tomadores de decisiones en algún momento, justo como un “gabinete en la sombra”.
Por ejemplo, si en el Senado el PRI fuese negligente ante a la falta de transparencia del sindicato petrolero y de su líder, Carlos Romero Deschamps –como de hecho ocurrió la semana pasada–, este grupo reaccionaría presentando un posicionamiento –directo, llamando a las cosas y a los involucrados por su nombre– exigiéndole a la dirigencia el cese de negligencias por parte del grupo parlamentario en dicha Cámara, que solo crean macetas para la corrupción –posiblemente irá acompañado de una breve nota técnica sobre costos para México de la opacidad en el sector, o similares–.
La política mexicana no necesita más cobardes; esos le sobran. Necesita gente que toque el interfón una y otra vez porque, al final del día, un mejor partido no es un fin; es un medio. México siempre, siempre, siempre estará primero.
@AlonsoTamez
caem