Dos partidos, el PRD y el PAN, promotores de un frente amplio para disputarle la Presidencia al PRI –y a Morena, desde luego-, enfrentan un proceso de depuración que los hace ver flacos, débiles.
En el PRD, una docena de militantes que han sido ex funcionarios o ex legisladores –senadores y diputados-, preparan su afiliación a Morena ante la imposibilidad que tienen de obtener una candidatura por la vía plurinominal.
Porque las candidaturas de mayoría relativa para la próxima elección, ante la fuerte competencia que significa Morena, no resultan atractivas como antes.
El caso es que esta docena de perredistas que en algún momento tuvieron renombre, como Pablo Gómez, dejarán al partido en un evento público para evidenciar la debilidad del PRD.
Pero, aun cuando la docena de futuros ex perredistas tienen nombre sonoro, también es cierto que no ocurrirá una desbandada como muchos pretenden hacer creer.
Cierto que el PRD no vive sus mejores momentos, producto de sus propios errores.
Pero sigue dando batalla como lo demostró en el Estado de México, en donde se arriesgó a disputar sin alianza la gubernatura y quedó en tercer lugar –algunos dicen que en beneficio del PRI.
En el PAN, la depuración es del padrón de militantes.
Para definir el método de selección de su candidato presidencial, el PAN debe primero tener bien claro el número y la ubicación de su militancia en caso de que se decidiera por una votación abierta.
Quienes realizan el censo panista han encontrado una disminución de los afiliados que ronda entre 10% y 15%, respecto a la última actualización del padrón, hace seis años.
Aunque las cifras aún no son definitivas, lo anterior demuestra que el blanquiazul descuidó su base militante en los últimos años para privilegiar el trato con las cúpulas, lo que en el futuro se podría volver en contra.
Como quiera que sea, antes de concretar el frente, tanto el PRD y el PAN deben poner orden en su casa.
Si no es así, no hay manera de unificar posiciones.
Ayer terminó de efectuarse la misteriosa encuesta que supuestamente levantó Morena en el DF para elegir a su candidato a la Jefatura de Gobierno de la CDMX y a los candidatos de las 16 jefaturas delegacionales.
Y nadie sabe nada.
Nadie, excepto el dueño del partido, Andrés Manuel López Obrador, y algunos de sus cercanos que desde la tarde de ayer comenzaron a filtrar supuestos resultados que, como no se sabe ni la metodología ni las preguntas, pudiera ser una estrategia para orientar la opinión a favor de tal o cual candidato.
Se supone que esta semana se conocerán los resultados y lo que está por verse es si alguno de los que no ganaron se mantendrá en las filas lopezobradoristas o se dejará tentar por las ofertas de otros partidos para disputar la misma posición en 2018.
Se va a poner bueno.
Todavía se escuchan las felicitaciones que recibe Enrique Ochoa Reza por los resultados de la Asamblea Nacional del PRI y aun así ya le están tendiendo su camita.
Qué si Aristóteles Sandoval, que si Emilio Gamboa, que si José Reyes Baeza y los que se sumen esta semana.
¿Será que en Los Pinos están buscando una mano dura o un conciliador para llevar el proceso de selección del candidato presidencial en paz?
Y que, ¿Ochoa no reúne el perfil?
caem