… Y otra vez vuelvo a oler a maíz y cal; a trabajo y dignidad. Es un olor tan especial como México, el gran país que lo despide.

 

Porque ya estoy de vuelta, y porque estoy de vuelta me regocijo desde mis adentros, desde las entrañas hasta los poros de la piel. Porque quiero volver a respirar mi país; quiero sentirlo como si fuese la primera vez hace 43 años.

 

Por eso, cada vez que vengo siento la misma emoción que vibraba en aquel niño de 10 años que llegó a México sin conocerlo, pero amándolo por todas las enseñanzas que le dio su padre don Joaquín Peláez, porque él también amaba a aquel país tan lejano en la distancia, pero tan cercano en sus corazones.

 

He llegado y tengo la sensación de que no quisiera moverme de aquí porque de aquí soy, porque uno no necesita de pasaportes para amar y sentirse amado. Porque veo el cariño con que me trata la grandeza de la gente, con la generosidad que muchos países quisieran tener.

 

Y entonces empezamos a viajar de nuevo por la inmensidad de la República – esa inmensidad tan extensa como inabarcable, tan misteriosa como profunda.

 

Y entonces encuentro el mejor café, y mango, y cochinita, y chiles en nogada, y aguachile, y chilorio, y huaraches y escamoles; y también redescubro la Sierra Madre, y el Cerro de la Silla, y el Nevado de Toluca, y el Popo, y el Iztla, y el Cañón del Sumidero, y también el del Cobre y el Caribe, y vivo 32 Méxicos tan diferentes como iguales.

 

México es mucho más que sus problemas. No voy a escribir de política mexicana a pesar de que creo tener un concepto exhaustivo. Son muchos años de leer, de vivir, de sentir México. Pero si no lo hago, es por un asunto de decoro y respeto, porque aunque soy mexicano de corazón, no lo soy jurídicamente hablando. Pero lo que afirmo categóricamente es que éste es un gran pueblo, con una capacidad estoica como no conozco de otro. Por eso estoy seguro de que sabrá resucitar de sus cenizas, de que lamiéndose las heridas con el mertiolate del orgullo, México continuará siendo esa gran nación que siempre ha sido.

 

No nos quedamos lo suficiente, nunca lo hacemos. Pero estas probaditas nos ayudan a no olvidar la memoria que tenemos en mi familia por un amor inconmensurable hacia nuestro México.

 

caem