Ricardo Anaya, presidente del PAN, fue alertado, no amenazado, de que un periódico capitalino preparaba una nota sobre el presunto enriquecimiento de su familia política, a partir de su incursión en la política.

 

Anaya ciertamente no cuestionó las cifras, sino el uso faccioso de las mismas que tienen, dijo, el objetivo de intimidarlo para evitar que su partido se oponga a decisiones como la designación del nuevo fiscal del país y del especializado en el combate a la corrupción.

 

El presidente del PAN tiene dos teorías: la que ya hizo pública, que se trató de un golpe del gobierno para “ablandarlo’’ y la otra comentada entre sus cercanos que tiene que ver con el fuego amigo.

 

Sin desechar la primera teoría, que todos los panistas -excepto sus rivales por la candidatura presidencial- apuntalaron, basta recordar que no es la primera vez que el queretano se ve envuelto en temas que tienen que ver con su patrimonio y estilo de vida.

 

Pero este golpe en particular, más allá de las explicaciones que dio el panista, tiene un doble efecto en su persona.

 

Justo cuando se encuentra en las negociaciones para conformar un Frente Amplio Opositor y cuando pelea la candidatura presidencial de su partido, ocurre esta publicación que deja dudas sembradas entre sus simpatizantes y los impulsores del bloque opositor.

 

¿Cuánto le costará al PAN y a su presidente deshacerse de este lastre?

 

Depende de la velocidad a la que reaccionen.

 

Por lo pronto, hoy, Anaya recibirá el apoyo de su fracción en el Senado y la semana próxima de sus diputados, que pese a todo, ayer comentaron en la sesión de la Comisión Permanente que no obstante los golpes bajos, “el frente va’’.

 

A ver.

 

 

Por cierto, el coordinador de los senadores del PAN, Fernando Herrera, confirmó que a su reunión plenaria no está invitado ninguno de los secretarios del gabinete peñista.

 

-¿Para qué los invitamos?, -se preguntó, -si nada más vienen a contarnos mentiras.

 

Desde que Herrera tomó el mando de la fracción, hace dos años, sólo Agustín Carstens, gobernador del Banco de México, ha acudido a una reunión con los senadores del blanquiazul.

 

Ayer los legisladores escucharon la opinión de Diego Fernández de Cevallos sobre la situación del país y hoy tendrán de invitados a puros académicos para hablar de temas como la economía y la inseguridad.

 

Herrera, por cierto, aseguró que están trabajando igual que en San Lázaro para hacer un frente legislativo en oposición al PRI.

 

 

El gobernador de Morelos, Graco Ramírez, amaneció ayer con la intención de hacer amigos… o lo contrario.

 

El gobernador de Morelos no lo pensó dos veces para responsabilizar a la Secretaría de Comunicaciones y a su titular, Gerardo Ruiz Esparza, de la muerte de dos ciudadanos, ocurrida por un socavón que se abrió en el Paso Exprés.

 

Sin titubear, dijo que hasta el propio presidente Peña supo porque él se lo informó, que la obra estaba inconclusa y que pidió que no se inaugurara.

 

Horas después, el propio Ruiz Esparza respondió que Graco “nunca advirtió de fallas en el Paso Exprés’’, y que si las conocía, debió haber hecho algo para garantizar la seguridad de tránsito en la vía.

 

Bien reza el dicho que cuando se enojan las comadres, salen las verdades.

 

caem