Se cumple una semana desde que Barcelona lloró sangre y vomitó lágrimas.

 

Estaba claro que el terrorismo del DAESH cometería un atentado en algún punto de España. Se trataba de una cuestión de tiempo.

 

¿Y por qué España? No hay que olvidar que para el terrorismo del Estado Islámico, El Al-Ándalus -es decir, la España dominada durante ocho siglos por los moros- es un reclamo permanente.

 

El Al-Ándalus fue antiguo califato. Allí se encuentran monumentos y edificios  emblemáticos del islam; algunos ejemplos son la Torre del Oro en Sevilla, la Mezquita de Córdoba o la Alhambra de Granada.

 

En El Al-Ándalus florecieron matemáticos e intelectuales como Avicena o Averroes. En El Al-Ándalus los árabes dejaron su impronta. Por ejemplo, en Madrid -palabra árabe que proviene de maa, agua en español-, Toledo o Guadalajara -todos los vocablos como Guadalajara, Guadiana, Guadalquivir quieren decir en árabe río de- se aprecia de manera inequívoca la influencia del islam.

 

Dejaron bases de alimentación como el cocido madrileño, que no es más que una derivación del cuscús marroquí, o las saetas andaluzas que vienen de los llamados al rezo por parte del muecín.

 

Dejaron demasiadas cosas como para sentirnos ajenos a la cercanía del mundo del islam -que, por lo demás, quiere decir paz-. Por eso el terrorismo heterodoxo y rancio del DAESH ha golpeado a España.

 

¿Pero por qué Barcelona? En Barcelona y su cinturón industrial conviven más de 150 mil musulmanes. En todo el corredor del Levante español es donde se concentra la mayoría de la población musulmana que busca en España un país donde vivir algo mejor.

 

Pero la realidad es otra. En muchas ocasiones conviven hacinados, en condiciones lamentables. Se trata de una masa poblacional depauperada en la que algunos de sus jóvenes son de fácil captación por Internet o por algunos imanes radicales. Por ejemplo, en El Barrio del Raval, contiguo al lugar del atentado en Barcelona, conviven 80 mil vecinos, de los cuales 70% son musulmanes y existen 21 mezquitas. De hecho, ya el Metro de Barcelona fue objeto de atentado frustrado como el estadio Santiago Bernabéu. Sendos intentos de atentados y otros muchos han sido neutralizados por la inteligencia española que se ha convertido en una de las más eficaces de Occidente.

 

Así como Francia o Gran Bretaña son objetivo preferente por la beligerancia de sus cazas en los bombarderos incesantes contra posiciones del DAESH en Siria e Irak, España lo es por una reivindicación histórica que ellos consideran justa. Y una vez abierta la veda, ya no van a parar.

 

Vienen tiempos difíciles para Europa y España en la lucha contra el terror del Estado Islámico. Y aquí hay que mirar hacia Marruecos. El reino alauita es clave. El rey Mohamed VI ha ayudado con eficacia a combatir el terrorismo yihadista y sus servicios secretos han advertido a Europa en varias ocasiones sobre el peligro de atentados. De hecho, ha neutralizado a muchos comandos que intentaban entrar en El Viejo Continente.

 

Sin embargo, no es baladí que los terroristas que han atentado en Barcelona y Finlandia sean todos marroquíes. Son marroquíes y bereberes los más pobres que malviven al norte de Marruecos, un lugar que el monarca alauita desprecia y que, por lo tanto, lo tiene descuidado, a la mano de Dios.

 

Estos terroristas abatidos o apresados son hijos o nietos de marroquíes que nacieron en el norte del país. El propio imán de la ciudad catalana de Ripoll, que fue el ideólogo de los atentados de Barcelona, también es del norte marroquí.

 

Por último, no olvidemos que el DAESH y Al-Qaeda del Magreb islámico se mueven con total libertad por todo el Magreb y el Sahel, es decir, por todo el norte africano, de Mauritania a Egipto. Esto agrava el peligro porque lo tenemos a media hora en barco, de las costas españolas, o a una hora en avión, de Roma.

 

El lobo solitario y silencioso se acerca. ¿Estamos preparados para combatir el ataque?

 

caem