La candidata de Morena a la jefatura de Gobierno de la CDMX, Claudia Sheinbaum, pretende convertir en un asunto de género su designación.
La realidad es que se trata de un asunto de transparencia, esa que tanto cuestiona su partido a los otros y que les ha servido de bandera política los últimos 12 años, cuando menos.
Sheinbaum será la candidata por obra y gracia de Andrés Manuel López Obrador, quien durante su gestión como jefe de Gobierno del entonces Distrito Federal, le concedió la responsabilidad de la gestión y construcción de los segundos pisos del Periférico, a pesar de que ella era secretaria de Medio Ambiente y no de Obras.
Terminados los segundos pisos, Sheinbam declaró reservada toda la información sobre la obra.
No es su elección, como se ve, la primera señal de la poca transparencia a la que están acostumbrados López Obrador y Sheinbaum.
La elegida tendrá ahora la enorme tarea de controlar los daños que dejó su unción.
Morena tiene ciertamente la mayoría de las preferencias electorales en la capital, en este momento, pero tendrá que hacer mucho trabajo de calle si quiera mantenerla.
Esta comprobado que una cosa es ser candidato en solitario y otra cuando ya tiene competencia; pregúntele a Josefina Vázquez Mota y su experiencia en el Estado de México.
Y por lo que se ve no será nada fácil.
Comenzando por su propia casa, Sheinbaum comprobó ayer que no las trae todas consigo.
Luego de que Ricardo Monreal rechazara la oferta de ser candidato a senador por la CDMX, Sheinbaum propuso en el consejo de Morena en la capital que la candidatura fuera para Martí Batres pero los consejeros literalmente lo batearon.
En lugar del nombramiento directo, los consejeros propusieron una terna para elegir al candidato: Bernardo Bátiz, el propio Martí Batres y el reincorporado Gerardo Fernández Noroña.
Igual el elegido será Batres –algún premio debe tener por su lealtad, aunque en todas las anteriores nada de lo que le prometieron le cumplieron-, pero por lo pronto quienes no están de acuerdo con la unción de Sheinbaum ganaron tiempo para la negociación.
Y mire, que en Morena, cuando la perra es brava…
A propósito de Monreal, el aún delegado en Cuauhtémoc sigue deshojando la margarita.
Sus declaraciones posteriores a la difusión del resultado de “la encuesta” que no le favoreció, mostraron su frustración y enojo.
¿Qué hará?, le preguntamos ayer. “Lo que la gente diga”, respondió.
Y esa respuesta es tan ambigüa o tan abierta como usted quiera.
Lo cierto es que el fin de semana ya ha tenido pláticas con los dirigentes de varios partidos, esperando que en estos días defina qué hará con su capital político.
Se aceptan apuestas.
La calidad humana del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quedó de manifestó ayer cuando, en medio de la tragedia que azota a Texas, decidió utilizar las redes sociales para criticar a México por sus niveles de violencia.
Trump tampoco entiende que no entiende, y sus discursos se han vuelto monotemáticos.
Quién sabe qué tipo de asesores tenga y si les hará caso, pero no se puede dejar de comparar la actitud de cualquier otro ex presidente, republicano o demócrata, en caso de emergencia en su país con la de Trump.
La Secretaría de Relaciones Exteriores, por cierto, le respondió de manera elegante: la violencia es cosa de los dos países, México no negociará a través de las redes sociales y por si necesitan ayuda en Texas, ahí nos avisan.
Tan tán.
caem