El programa de recuperación del lobo gris mexicano es un ejemplo a nivel mundial, ya que gracias a la cooperación binacional entre México y Estados Unidos, ha logrado mantener a esta especie que estaba extinta, señaló el médico veterinario, Herbe Monroy Jacobo.
En entrevista con Notimex, el también responsable del área de investigación y conservación de fauna de la Comisión Estatal de Parques Naturales y de la Fauna (Cepanaf), señaló que en el programa participan al menos 53 instituciones de ambos países, entre organismos científicos, educativos y de gobierno.
Dichos organismos, enfatizó, son los encargados de determinar el manejo sistemático y genético del rescate de esta especie clasificada como probablemente extinta en el medio silvestre por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat).
“Nosotros no tomamos decisiones solos, el programa del lobo gris no se rige solo, hay un plan de supervivencia que llevamos entre Estados Unidos y México donde se nos dicta y se toman las decisiones de hacia dónde van a ir, tomando en cuenta la logística, política, genética, para establecer los nuevos grupos reproductivos”, explicó el veterinario.
El lobo gris mexicano es una especie que se extinguió de la vida libre debido a campañas de erradicación que tuvieron lugar entre los años 40 y 70, cuando, por mantener la producción de carne a nivel nacional, los ejemplares fueron capturados, cazados y envenenados.
“El lobo cumple un papel de una especie sombrilla que es reguladora dentro de la cadena alimenticia y, al encontrar presas fáciles como es el ganado, comenzó a consumirlo; a los ganaderos no les gustó y quejándose contra el gobierno emprendieron campañas de erradicación total de esta especie”, comentó.
Cabe destacar que este animal es una especie emblemática y de gran importancia para el ecosistema del país. Hasta antes de su exterminio, las regiones que habitaba iban del sur de Estados Unidos hasta el centro de México.
De acuerdo con el Programa de Acción para la Conservación de la Especie (PACE), actualmente existen alrededor de 300 ejemplares de lobo mexicano albergados en Centros de Conservación y Zoológicos de las dos naciones.
Todos los ejemplares están dentro del Plan de Supervivencia de Especies de Lobo Mexicano y del Plan de Recuperación del Lobo Mexicano.
Además, la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) registra 31 ejemplares liberados en México. Estados Unidos tiene contabilizados 100 animales en vida libre, en la zona de Arizona y Nuevo México.
En la década de los 80 inició la cría del lobo en cautiverio y fue hasta 2011 que México liberó a los primeros lobos. La meta para los próximos cinco años, es tener 300 ejemplares en cautiverio y mantener la incorporación de lobos a la vida silvestre.
En este sentido, Monroy Jacobo mencionó que las crías nacidas en cautiverio el pasado 25 de marzo, en el Parque Ecológico el Ocotal del Estado de México (cuatro machos y dos hembras), serían consideradas como posibles candidatas para ser liberadas en su hábitat natural.
No obstante, apuntó que hay que ser selectivos en la liberación ya que “se debe manejar la genética, porque es una especie que ya se vio erradicada, si no manejamos la genética, la vamos a perder. Estados Unidos lleva el registro genético y genealógico de los lobos».
Por otra parte, destacó que “algo muy importante para rescatar la especie es que no esté con demasiado contacto humano”.
Por ello, Monroy Jacobo señaló la labor de los centros de conservación como el parque El Ocotal y el parque Ecológico Zacango, este último trabaja desde 1999 en el programa de recuperación del lobo y cumple con la función de educación para la conservación con ejemplares geriátricos de la especie; ahí en 2016 nacieron dos crías, Waso y Tajín.
Sin embargo, en El Ocotal hubo más éxito con el programa reproductivo, ya que hoy en día hay 10 lobos en el parque. Además, las madrigueras están monitoreadas con fototrampas, para vigilar el comportamiento de los animales.
El Canis lupus baileyi es un cánido que representa a una de las especies más jóvenes de la evolución; existen diferentes lobos grises que poblaron la zona norte del continente a lo largo de la historia, luego se fueron desplazando al sur con el paso de las glaciaciones, hasta llegar al lobo gris mexicano.
“Tiene la talla de un pastor alemán, es una especie monógama que trabaja de forma jerárquica, como todas ellas. El papá es el encargado de cazar y llevarles la comida a las crías, entre los hermanos ayudan al cuidado de la madriguera; son muy defensivos de su linaje y de sus crías”, comentó el veterinario.
Monroy Jacobo aseguró que su manejo es muy específico; por ello, para conservar sus comportamientos innatos, les dan presas vivas, como conejo y guajolotes que son producidos en los centros de conservación.
“Lo que queremos es trabajar para que estas especies puedan mantenerse a la posteridad, nuestra visión de tener ejemplares sólo para exhibir y reproducir ya cambió; hemos visto animales que se han muerto de hambre porque están acostumbrados a que les des de comer», indicó.
“Desde chiquitos no se les da de comer nada que pueda provenir de ganado, desde ahí tenemos ese manejo conductual”, señaló.
Asimismo, enfatizó en hacer conciencia sobre el manejo del ganado, por lo que se debe controlar de tal forma que al lobo no le sean una presa fácil, pues advirtió que a pesar de la protección, las personas los siguen envenenando.
“Algo que tiene que regular el lobo, tarde o temprano, es el ganado. Si tú lo tienes en el monte, se lo come el lobo, es el costo de ocupar los servicios ambientales”, expresó.
Ante todo esto, el especialista reafirmó que los programas y esfuerzos binacionales tienen el objetivo de lograr una población de lobos que pueda mantenerse por sí sola, sin tener que incorporar a los ejemplares criados en cautiverio.
“Conservar lobos es conservar lo máximo de la cadena alimenticia, y si logramos conservar lobos, conservamos herbívoros y con ellos conservamos agua, y si conservamos agua, vivimos todos”, aseveró el médico veterinario.
caem