“No decidí ser árbitro de futbol para combatir la inequidad de género”, explicaba Bibiana Steinhaus, consciente de que es difícil la aproximación a su carrera desde la normalidad.

 

Difícil, sobre todo, con un machismo incluso más presente en los estadios que fuera de ellos, lo cual es demasiado decir. Presente en retórica y discurso, presente en teóricos gritos de animación a propios y de agresión a rivales, presente en las cargas simbólicas vinculadas muy seguido a nociones sexuales, donde todo lo que parezca débil, frágil o hasta pusilánime, se ha de etiquetar como femenino.

 

El estereotipo diría que hace falta valentía para que una mujer se atreva a meterse a un terreno restringido a varones, como lo es el futbol, y más en el rol de mayor convulsión, como lo es el de juez. La practicidad replicaría que no, que basta con que sea tan buena como cualquiera de sus pares masculinos, que no requeriría de más. Como sea, la realidad dicta otra cosa: que para llegar hasta ese sitio seguramente tuvo que ser muchísimo mejor que todos los hombres con los que a cada etapa compitió entre prejuicios y discriminaciones.

 

Steinhaus debutará este fin de semana en la Bundesliga, pitando el cotejo entre Hertha de Berlín y Werder Bremen. Antes ya apareció en Segunda División y, con mayor resonancia, en partidos de copa. Ahí, siendo árbitro suplente, vivió un momento incómodo con Josep Guardiola. El entonces entrenador del Bayern Múnich tuvo el mal gusto de abrazarla cuanto pretendía señalarle algo de lo que acontecía en la cancha. Lo más factible es que Pep careciera de mala intención alguna, pero su gesto revelaba mucho: condescendiente o confianzudo, el ahora DT del Manchester City no se comportó con ella como lo habría hecho ante un árbitro asistente masculino y menos en la poco física cultura germana. Con molestia y prontitud, Bibiana se quitó de encima el brazo del preparador.

 

Más desagradable resultó cuando, un par de años atrás, un jugador declaró la clásica “las mujeres no tienen lugar en el juego de hombres”, cuestión de la que podría hablar mucho la mexicana Virginia Tovar: su debut pospuesto por veto de los dirigentes, las críticas a los que se denominaba su correr como mujer y las enésimas descalificaciones sin siquiera curiosidad para conocer su capacidad.

 

Hija de un ex árbitro y ella misma apasionada del arbitraje, Bibiana Steinhaus ha dado en el clavo al reivindicar que no se dedica a esto en un afán de combatir la inequidad de género. De ser así, ella misma habría sido una víctima de tal inequidad.

 

¿Por qué es árbitro habiendo tantas profesiones? Porque sabe y porque quiere, lo cual habría de bastar para no formular más preguntas…, aunque ante todo error de apreciación, bien sabe que será achacado a su género; como si nadie, nunca, se hubiese equivocado con un silbato en un estadio.

 

Twitter/albertolati

 

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