Durante las últimas horas, decenas de miles de personas lo han perdido todo. El terremoto del jueves por la noche ha dejado a miles de familias sin casa en estados como Oaxaca y Chiapas, mientras que otras tantas sufren por el embate del huracán Katia, que impactó las costas de Veracruz y que ha traído lluvias muy fuertes en estados como Puebla, Hidalgo y Tamaulipas. La ayuda es urgente y los recursos son siempre insuficientes.

 

Es muy pronto para cuantificar el monto de las pérdidas, pero no será un presupuesto bajo. Estamos hablando de la reconstrucción de comunidades enteras, el apoyo económico para los pobladores y el subsidio en los servicios. Será interesante contrastar la cifra que se destinará a estos rubros con lo que se gastará en los próximos meses en temas electorales.

 

El viernes pasado inició, oficialmente, el año electoral en nuestro país, que será el más costoso en la historia y el más grande que el INE -otrora IFE- haya organizado. Los mexicanos vamos a elegir Presidente de la República, un jefe de Gobierno de la Ciudad de México, nueve gobernadores, diputados, senadores, y en muchos casos, se renovarán Congresos locales y ayuntamientos. En total se efectuarán 33 elecciones, 30 locales y tres federales y se votarán tres mil 224 cargos públicos, que nos costarán más de 30 mil millones de pesos. ¿Vale la pena el gasto?

 

La experiencia indica que no. Los procesos electorales en el país siguen siendo sucios, cuestionados y no dan legitimidad a quienes son electos. Las fuerzas políticas aprovechan estas debilidades para fomentar una guerra de lodo que genere confusión y reste certeza a los resultados. Finalmente muchos partidos, lo único que necesitan es acumular un bajísimo porcentaje de votos para mantener el registro, tener acceso a las prerrogativas (el billete) y conservar el negocio.

 

Un proceso diáfano, limpio y confiable es algo impensable en el escenario democrático de México. Sea cual sea el resultado -en los diferentes niveles- parece improbable que los partidos acepten los números si no les favorecen. La victimización de los contendientes, la demagogia y la farsa de las campañas son ingredientes clave que resultan en una elección fallida.

 

¿No le parece que 30 mil millones de pesos son mucho para elegir a funcionarios en los que no creemos? ¿No cree que es un platal para escoger representantes que no nos representan? ¿No es mucha lana para empoderar a personajes incapaces de promover el bienestar social?

 

Imagínese lo que podrían representar esos miles de millones, bien aplicados, para la gente que hoy en día vive la emergencia y lo necesita más que nunca. Por supuesto, como mexicanos, no los dejaremos solos, pero vale la pena establecer prioridades y darnos cuenta de lo cara que resulta una democracia con más oscuros que claros.

 

La gran tarea mexiquense

Antes de despedirse, el gobernador Eruviel Ávila le regaló a los mexiquenses un injustificado aumento de dos pesos en la tarifa del transporte público. Si hay algo en lo que se le ha quedado a deber a los ciudadanos del Estado de México es en este rubro. Desde hace décadas, mafias controlan las rutas y corridas, mantienen unidades chatarra en funcionamiento e ignoran por completo la seguridad del pasaje. Es una bomba de tiempo que la administración de Alfredo del Mazo Maza debe atender como prioridad.

 

caem