Los sucesos recientes muestran un alto grado de tensión y sorprendente falta de reacción.
Se debe admitir que existe preocupación.
Vivimos días de dolor, llanto, muerte, destrucción, heridos, destrozos, desorden.
Tensiones, amenazas y tambores de guerra.
Observamos gobiernos de lenta reacción, faltos de dinámica y sin diálogo coherente.
Buscar culpables para explicar la desobediencia no es aliviar la presión.
La obligación es atender a millones de afectados, por temblores e inundaciones, suministrarles víveres, evaluar todos los daños y la reconstrucción.
Y los políticos deambulan, sólo deambulan.
Desgraciadamente todavía existen políticos que no entienden el nivel de exigencia y han conseguido detener la marcha.
Para ellos todo es desinterés; para los afectados, desencanto y frustraciones.
Todavía hoy seguimos escuchando discursos y promesas de apoyo huecas.
Ahora es cuando el dinero, con su propio lenguaje, marca dimensiones e importancia.
La corrupción no se puede esconder y pone en evidencia a muchos.
El rechazo evidente de los mexicanos a los políticos no distingue colores, pero sí sus tendencias.
Salen los trapos sucios debajo de la alfombra.
Cuando se trata de atender una tragedia que lastima a México, no hay dinero que alcance, y siempre se les hace bolas el engrudo a los gobiernos; pero cuando se trata de robar el dinero, sobra.
En medio de tragedias provocadas por fenómenos naturales y propios, los mexicanos vuelven a demostrar su posición de que se puede salir adelante, derrotando a los malos gobiernos y pésimos políticos.
Los mexicanos ya no son más rehenes de las mentiras, errores y abusos, pero tampoco están dispuestos a olvidar lo que verdaderamente es importante.
La percepción de la ciudadanía de lo que se demanda es de justicia.
Nunca es demasiado tarde para lograr que México cambie.
En México, los tiempos para cumplir los objetivos siguen su marcha. El 2018 está a la vista.
Milonga: los empresarios más importantes de México esperan una explicación por parte de Ildefonso Guajardo, secretario de Economía, que los dejó plantados por viajar a Washington. ¿Un viaje como éste trae buenas o malas noticias?
caem