Hablar de sismos en México, no es fácil, sobre todo porque está de por medio la vida de los seres humanos.

 

Cuando era niña viví los sismos de 1985. Al percibir de cerca la tragedia y la muerte supe que tenía que hacer algo. Lo más importante era salvar vidas; aunque sólo tenía 12 años decidí desde ese momento estudiar Geografía, ya que para mi ciencia lo más importante es el impacto, el riesgo y/o la vulnerabilidad del ser humano ante un proceso natural o físico del planeta.

 

En un sismo o movimiento de placas tectónicas se miden tres elementos importantes: la intensidad de las ondas, es decir, la escala;la magnitud y la profundidad del epicentro.

 

La escala de Richter mide la intensidad de las ondas sísmicas.

 

En 1985 tuvimos dos sismos; el primero, el 19 de septiembre de 1985, a las 7:17 horas, con una escala de 8.1° Richter.

 

El segundo de aquel año fue una réplica, el 20 de septiembre a las 19:00. La profundidad de ambos fue de 19 km y el epicentro fue en las costas de Michoacán, a una distancia aproximada de 225 kilómetros en línea recta.

 

El sismo del 7 de septiembre fue de 8.2° Richter, con epicentro a 58 kilómetros de profundidad de Pijijiapan, Chiapas. La distancia a la Ciudad de México es de 754 kilómetros, en línea recta.

 

Los sismos de 1985 fueron devastadores, ya que su intensidad y magnitud fueron evidentemente mayores al del 7 de septiembre de este año.

 

El sismo de este martes 19 de septiembre fue de 7.1° Richter, su epicentro fue a 12 km al sureste de  Axochiapan, Morelos, y apenas a 120 km de distancia de la Ciudad de México, una distancia muy corta que jugó parte importante en el colapso de estructuras, edificios y viviendas, pero sobre todo la pérdida de vidas humanas en la Ciudad de México, Puebla y Morelos, principalmente.

 

La profundidad fue 57 kilómetros, pero la duración de un sismo también es un elemento muy importante a considerar, ya que sólo tenemos escasos 50 segundos para desalojar cualquier edificio o vivienda.

 

Les explico: No es lo mismo intensidad que magnitud. La magnitud corresponde al espacio geográfico que abarcan o alcanzan las ondas sísmicas en su trayectoria y expansión sobre la corteza continental y oceánica. En el caso del sismo del 7 de septiembre, su epicentro (lugar geográfico donde se genera el movimiento de la placa) estuvo a una mayor distancia de la Cdmx. En el temblor de ayer, el epicentro fue muy cercano a la capital del país, incluso se originó dentro de la misma Cuenca de México que abarca a la capital, el Estado de México, Hidalgo, Morelos, Tlaxcala y parte de Puebla.

 

La intensidad se refiere a la aceleración de las ondas; es decir, a la rapidez con la que se mueve el territorio o terreno cercano al origen del sismo. Cuando las ondas sísmicas son más cortas, generan mayor aceleración en su movimiento de propagación. El sismo del 7 de septiembre fue de una intensidad mayor en Chiapas y Oaxaca porque son lugares cercanos al epicentro o lugar de origen.

 

En el sismo de ayer, la intensidad fue mayor por la cercanía al origen del movimiento.

 

La profundidad también es un factor muy importante; mientras los sismos de 1985 estuvieron a 19 km de la misma; el sismo del 7 de septiembre fue de 58 km de profundidad. El sismo de ayer, aunque fue profundo, su distancia fue menor.

 

Si un sismo se genera a poca profundidad, las ondas sísmicas recorren menos distancia y mayor aceleración hacia la superficie; si la profundidad es mayor, las ondas sísmicas recorren mayor distancia y su aceleración se reduce en su trayectoria hacia la superficie.

 

Es por esto, y otros factores como los geográficos, la densidad de población, la urbanización, la pobreza, entre otros, que incidirán en el impacto y el desastre que se origine por un sismo.

 

Lo más importante es la educación que tenga la población en protección civil; salvar la vida dependerá de la conciencia, el conocimiento y el entrenamiento que recibamos y practiquemos quienes habitamos en una región de riesgo como la Cuenca de México.

 

Una cultura de protección civil disminuirá la vulnerabilidad y, por supuesto, el riesgo para la población. No podemos aún predecir sismos, pero es importante resaltar que vivimos en una zona sísmica donde convergen varias placas tectónicas; el planeta es dinámico, debemos estar conscientes y prepararnos ante cualquier contingencia, generar una cultura de protección civil nos salvará la vida y evitará la tragedia por la que estamos pasando todos los que habitamos la Ciudad de México y los estados vecinos.