Primero ha sido la Selección y luego, acaso algún día cercano, será la nación.
Mientras el Kurdistán iraquí acudía a las urnas ayer en un controversial referéndum para votar por su independencia de Irak, los futbolistas de la ciudad de Erbil podían contemplar satisfechos esa escena.
Desde hace varios años, los kurdos decidieron utilizar al futbol como método de reivindicación política; por un lado, para dar notoriedad a su causa a nivel internacional; por otro, para cohesionar a una población sobrada en razones para temer por expresarse.
Su seleccionador, Abdullah Mahmoud Muhieddin, explicaba un par de años atrás: “Como cualquier país, queremos abrir la puerta a través del futbol. Por ejemplo, Brasil. La gente conoce a Brasil primero y sobre todo por su futbol. Queremos hacer lo mismo. Queremos tener un equipo fuerte para cuando se oficialice nuestro país. Hacemos nuestro trabajo a la par que los políticos hacen el suyo”. En su juventud jugó como mediocampista en el club Erbil SC y recuerda la represión durante la dictadura de Saddam Hussein: “Las fuerzas de Saddam capturaban a jugadores en nuestro estadio y los colgaban. Mis amigos y familia fueron capturados. Estuve preso por una semana en Erbil. No había baño. Nos trataban como animales. Nos golpeaban afuera y adentro del vestidor”. La operación al-Anfal que eliminó 4,500 aldeas kurdas y asesinó a más de 150 mil personas, se ensañó con ese equipo por ser kurdo. Meses después de la caída del tirano, ya sin ese yugo aunque con los numerosos problemas del Irak posterior a Hussein, el Erbil conquistaba tres ligas consecutivas.
La familia Hawar quedó deportivamente partida. El hermano mayor, Mullah Mohamed, fue héroe nacional al dar el pase de gol con que Irak conquistó la Copa Asia 2007; el menor, Hallkurd Hawar, prefirió actuar para el equipo del Kurdistán, ajeno a la FIFA y confinado a torneos no oficiales como la Copa Viva para selecciones de naciones no reconocidos por la ONU (entre otros, Darfur, Chipre del Norte, Zanzíbar, República Saharaui).
El mismo líder del Kurdistán Iraquí, Masoud Barzani, principal promotor del referéndum, fue futbolista. Él ha presionado a la FIFA para que esta etnia sin país sea admitida y se piensa que estuvo detrás de una pancarta que ganó predominancia en las gradas del Camp Nou: Kurdistan is not Irak, Catalonia is not Spain. ¿Algún spot con más vistas en el planeta que en pleno clásico español?
En breve se conocerán esos resultados que se esperan favorecedores al nacimiento de una nueva patria. Entonces vendrán más complicaciones, porque los kurdos también reclaman territorios en Turquía, Siria e Irán, entre los que tienen desperdigados (y maltratados, discriminados) casi treinta millones de habitantes.
A lo largo de los conflictos de Irak y Siria, Occidente ha encontrado en ellos un baluarte al cual aferrarse en su lucha tanto contra el extremismo islámico como contra regímenes totalitarios.
Ahora esperan una resolución histórica. Más allá de lo que suceda, saben bien, el futbol ha sido antes que la nación; si la nación llega a ser, será en parte por quienes con goles la forjaron.
Twitter/albertolati
caem